La sobreprotección parental y su impacto en las nuevas generaciones

La sobreprotección parental va aumentando considerablemente cada vez más, ya que muchos padres con la intención de evitar que sus hijos enfrenten dificultades o sufran decepciones, tienden a restringir su autonomía y enfrentar los problemas por ellos, generando un ambiente de extrema seguridad; sin embargo, esta actitud parte de un deseo genuino de proteger, pero puede traer consecuencias negativas a largo plazo en el desarrollo emocional y social de los niños y adolescentes. Es así que la sobreprotección se manifiesta desde el excesivo cuidado en las actividades cotidianas hasta la intervención constante en conflictos escolares o decisiones personales, ya que muchos padres les resuelven hasta lo mínimo o les brindan todo lo que piden, estas acciones impiden desarrollar habilidades fundamentales para la vida adulta y tener la madurez requerida como para valorar la vida.

Una de las principales causas de la sobreprotección es la falta de la autonomía, no en el sentido de libertinaje sino en la realización de los deberes, resolución de problemas al alcance, enfrentar las dificultades que se presentan y asumir responsabilidades desde temprana edad, tanto escolares como los que haceres básicos del hogar; de lo contrario piensan que todo es fácil y que los papás deben resolver cualquier obstáculo, pero los padres no son eternos; entonces es indispensable que los niños, adolescentes y jóvenes desarrollen habilidades prácticas y el pensamiento crítico desde pequeños, de tal forma estar preparados para enfrentar la vida.

En ese sentido, las actitudes sobreprotectoras generan varias consecuencias en el futuro, siendo impactos negativos en la vida, así como la dificultad en las relaciones interpersonales en diferentes ámbitos, porque los niños que han sido sobreprotegidos tienden a tener problemas para establecer vínculos saludables con otras personas, ya que están acostumbrados a que sus padres resuelvan sus conflictos, entonces se derivan las dificultades para el manejo de desacuerdos, expresar sus emociones de manera asertiva y desenvolverse en entornos académicos, sociales, laborales y otros. Otro impacto significativo es el aumento de la ansiedad y la inseguridad en la adultez al no haber experimentado fracasos o dificultades por sí mismos desde niños, entonces tropiezan con el temor e incertidumbre al enfrentarse a situaciones nuevas o desconocidas. Paradójicamente, la sobreprotección que busca brindar seguridad termina generando individuos con poca confianza en sí mismos, esto quiere decir que los niños tienen menos paciencia para enfrentar dificultades y necesitan más apoyo de sus padres.

Para cambiar esta realidad, es fundamental que los padres comprendan que criar a un hijo no significa eliminar todos los riesgos de su vida, sino prepararle para enfrentarlos, fomentando la resiliencia, la independencia y la capacidad de resolución de problemas, por consiguiente, permitir que los niños y adolescentes experimenten fracasos, tomen decisiones y asuman consecuencias porque es esencial para su desarrollo emocional y psicológico. Solo así las nuevas generaciones podrán crecer con las herramientas necesarias para enfrentar la vida con seguridad y autonomía, porque cada error se convierte en una oportunidad de aprendizaje que los ayuda a comprender cómo funciona el mundo y a generar estrategias para enfrentar dificultades futuras. Además, los niños que crecen en un ambiente que les permite explorar y equivocarse de manera controlada desarrollan una mentalidad de crecimiento, es decir, la creencia de que sus habilidades pueden mejorar con el esfuerzo y la perseverancia.

En conclusión, la sobreprotección es el exceso de cuidado de los padres y madres hacia los niños, donde en muchas ocasiones llegan al punto de ofrecerles algo que ni siquiera ellos han pedido, por ello, la sobreprotección como consecuencia está aportando a la crianza de adultos temerosos, inseguros, dependientes y facilistas, acostumbrados a tener el mundo a sus pies, obteniendo sus logros sin ningún esfuerzo. Pero en el momento de enfrentar a situaciones adversas, la capacidad de resiliencia no existe, más bien se generan problemas depresivos, esto se refleja en constantes dificultades en el ámbito laboral, relaciones perjudiciales y una incapacidad para crear y mantener lazos saludables enmarcados en el respeto hacia los demás como hacia sí mismos.

Si bien es natural que los padres deseen proteger a sus hijos, es fundamental encontrar un equilibrio entre brindar seguridad y fomentar la autonomía permitiendo que los niños enfrenten sus propios desafíos, aprendan de sus errores y desarrollen habilidades de resolución de problemas porque es esencial para su crecimiento personal. Por ello, la crianza debe centrarse en fortalecer la confianza y la independencia de las nuevas generaciones, preparándolas para un mundo que requiere adaptabilidad y responsabilidad.


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