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¿Quién mató a Casa Creart?

Emprender en cultura no es fácil, sobre todo en una ciudad donde se cree que la cultura debe ser gratis y los artistas que cobran por su trabajo son atrevidos o aprovechados. Con autoridades que gastan millones en farra y sobresueldos, creo que el menosprecio a la cultura y el arte es un insulto a la inteligencia de los chapacos, que miran pasivos cómo se gastan los recursos de sus impuestos y del IDH para luego culpar al teleférico.

Casa Creart tiene 15 años de trayectoria en Tarija dando talleres de formación artística, implementando proyectos de gestión e innovando la oferta cultural. Tras una larga gestión que dio frutos, en 2019 las autoridades de la Universidad Autónoma Juan Misael Saracho (UAJMS) abrieron las puertas de los predios deteriorados por años, convertidos en nido de ratas y palomas, de la Avenida Domingo Paz a los centros culturales que invirtieron su propio dinero en refaccionar y restaurar estos espacios. La “U” condicionó a Casa Creart a pagar el 30% de la mensualidad de cada alumno inscrito, y a colocar el escudo de la institución en todas las publicaciones y actividades organizadas.

Así se hizo, y en 2019 Casa Creart fue elegido como mejor centro cultural de Tarija en el Programa de Intervenciones Urbanas, aunque el fomento no llegó por la crisis política; y en 2022, la Asamblea Plurinacional reconoció su aporte a la cultura. Pero nunca se firmó el convenio prometido en cientos de ocasiones por el rector, distintos funcionarios de Extensión Cultural, y otros de menor rango, que pasaron por Casa Creart y vieron cómo mejoraba cada día.

La pandemia dejó tanta precariedad que, cuando por fin pudimos abrir las puertas, niños y jóvenes de todas las edades llenaron las aulas de arte y creación. También llevamos talleres a las comunidades rurales, barrios alejados, y todo sitio, acompañados del escudo de la “U”.

En 2022, cuando el aparato administrativo de la universidad comenzó a crecer desproporcionadamente, viendo los predios restaurados, enviaron una carta de desalojo a los espacios culturales, argumentando que el campus no abastecía la demanda de alumnado y debían restaurar y habilitar las aulas de la Domingo Paz.

En Tarija nadie lee ni se entera que la UAJMS está en un ranking nacional muy bajo, pues no entra ni en el quinceavo puesto del ranking de universidades públicas. Incluso la universidad de Cobija nos gana en calidad académica e infraestructura.

La “Saracho” tiene una cantidad absurda de personal administrativo que supera en número al personal docente, y aquí sí es la mejor en contrataciones para cargos administrativos supernumerarios cuya tarea principal es ser agradecidos ll’unkus que defienden a la “U” en redes sociales, como se puede ver en las publicaciones referidas a este caso.

Aunque el candidato a rector, Eduardo Cortez, tuvo el compromiso de mantener un dialogo constante con los espacios culturales que revitalizaron la Domingo Paz, al ganar las elecciones sucedió todo lo contrario.

Durante la gestión 2023, el personal de Extensión Universitaria no tuvo idea de gestión cultural, capacidad de conciliación o diálogo. En vez de convocar a los gestores de los espacios y llegar a un acuerdo, nos llamaron uno a uno con el viejo truco “divide y reinarás”, haciendo falsas promesas de ítems de docencia y puestos directivos. Al no recibir atención de Casa Creart, el funcionario de Extensión Cultural, al mejor estilo de un delincuente de poca monta, inició una campaña de difamación y desprestigio contra mi espacio cultural y mi persona, inventando denuncias anónimas, calumnias que resultaron improbables ante la Defensoría del Pueblo.

Aun teniendo montones de pruebas escritas, firmadas por la UAJMS y sus autoridades financieras, administrativas y de Extensión cultural, donde se reconoce un convenio de palabra, los encargados del fallido desalojo comenzaron un segundo amedrentamiento con visitas e inventarios “sorpresa” a los predios, y comentarios malintencionados de funcionarios que, con mucha soberbia, exigen que los espacios se habiliten para actividades administrativas de la “U”, entre otras argucias típicas de la desesperación del inútil.

La prensa se entera, entonces aparece el rector para explicar que la “U” no tiene plata, que está abierta al diálogo, que siempre apoyará a la cultura. Pero un día después manda a sus obedientes funcionarios a cerrar los espacios culturales por “vacaciones”, justo en la época alta para Casa Creart y los otros centros, que sobre todo se dedican a promover el derecho a la cultura de niños, jóvenes y profesores.

¿Qué ética y responsabilidad social proclama un rector que borra con el codo lo que escribe con la mano? ¿Qué “extensión cultural” realiza la UAJMS si ni los “museos” que administra funcionan medianamente bien? ¿Qué hace y qué hizo la UAJMS con los millones recibidos por IDH?

La UAJMS sigue siendo la peor universidad, y lo demuestra la exclusión de profesionales de la “Saracho” que hacen las empresas en convocatorias públicas de trabajo, la deserción del alumnado, el exceso de administrativos y, sobre todo, la soberbia y mala voluntad con la que, por fin, lograron su objetivo: matar a Casa Creart.

 


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