Bolivia se enfría como el iceberg, Tarija se hunde como el Titanic

La economía de Bolivia tenía previsto crecer un 5,11% el pasado 2022, pero solo alcanzó un 3,48%, para este 2023 se tiene la esperanza de crecer en un 4,87%; sin embargo, organismos internacionales como CEPAL, FMI y el Banco Mundial, que son menos optimistas, pronosticaron que nuestro país crecerá, en esta gestión, alrededor del 2% como máximo en su PIB. La gran dependencia de Bolivia del sector externo cuyos mercados son volátiles y rodeados actualmente de mucha incertidumbre (inflación mundial, conflictos bélicos, lenta recuperación post covid), a lo que se suma una economía nacional con problemas críticos fiscales, sobre todo de gasto y deuda pública, y serios conflictos de gobernanza, hacen que sea muy difícil llegar a las metas económicas establecidas por el gobierno nacional.

Desde el 2014 al 2022, Bolivia presento un proceso recesivo, dado su modelo primaria exportador y una economía poca diversificada, industrializada y con poca generación de valor agregado; de hecho, su tasa de crecimiento económico durante ese periodo descendió en 2 puntos porcentuales. El año 2021, su PIB creció en un 6,11% respecto al 2020, año de la pandemia (-8,74%), pero nuevamente Bolivia no sólo está desacelerando su economía, sino también está entrando en un nuevo ciclo contractivo, el 2022 apenas creció cerca de la mitad en comparación al año anterior.

Analizando la información de INE, el año 2021 se observa un rebote estadístico en el crecimiento económico nacional y departamental, con tasas positivas y extraordinarias respecto al 2020; esto, por efectos de la reapertura de mercados internacionales, relativa normalización de la economía mundial y por la aplicación de políticas económicas expansivas a nivel internacional, sobre todo en el gasto (consumo e inversión), cuyo resultado fue una inflación generalizada. Bolivia, el 2022 creció 2,63 pp menos que el 2021, de igual manera, la mayoría de los departamentos crecieron menos en su PIB respecto al año pasado, denotando un crecimiento económico poco sostenible y muy dependiente del contexto externo.

Se evidencia que la economía boliviana no tuvo un crecimiento económico sostenible, ya que el mismo estaba en función de la coyuntura de los precios internacionales de sus materias primas; además, se observó una declinación importante en el sector del gas natural, cuya producción anual cayó en un 31% durante el 2014-2022. Bolivia, es muy dependiente de sus exportaciones primarias (hidrocarburos y minerales), las cuales, en promedio en los últimos 10 años, al menos representaron el 75% del total exportado al resto del mundo por nuestro país.

En base a datos del INE, nuestro país el 2022, presentó una desaceleración o ralentización de su economía; el año pasado Bolivia solo creció el 57% de lo alcanzado el año 2021, o en otras palabras su tasa de crecimiento fue un 43% menor en comparación con esa gestión. Se espera que el crecimiento de nuestro PIB real no supere el 2% el 2023, y que el 2024 y 2025 no crezcamos más del 2,3%, esto según proyecciones del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, denotando un nuevo proceso de recesión económica en nuestra nación.

En conclusión, Bolivia se desaceleró en 2,63 puntos porcentuales y el 67% de los departamentos del país tuvieron el mismo comportamiento, a excepción de Cochabamba, Pando y Beni; estos dos últimos son casos especiales, debido a su reducida economía y población, por lo que pueden tener cambios extraordinarios. Tarija, es el caso mas preocupante, el 2022 decreció en 6,22% en comparación con el 2021 debido a su gran dependencia del sector hidrocarburífero, su economía nuevamente este en franca recesión; sin embargo, Potosí, aunque presentó una contracción del 2,40% en comparación con el 2021, lo llamativo es que descendió en 18,10 pp su crecimiento en comparación con ese año.

Falta poco para cerrar este año, las políticas económicas nacionales tienen muy poco margen y posibilidades de lograr su crecimiento planificado, lo cierto es que tendremos uno menor al 2022. El 2024, año preelectoral, es impensado que el gobierno nacional hará grandes cambios en materia fiscal y cambiaria, sin duda continuarán las subvenciones; el riesgo latente de una mayor crisis por un mayor gasto público y un endeudamiento extraordinario es inevitable, será un año de debitar las cuentas estatales para tener contentos a la población “pan y circo para el pueblo”, así será.

 


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