La ignorancia al poder

En los últimos años en Bolivia nos hemos acostumbrado a ver cosas que bien podrían ser parte de una película surrealista: un enorme reloj que funciona al revés en la fachada del primer poder del Estado, un gobierno que contrata comunicadores interespecies para hallar un animal perdido en un aeropuerto, un diputado que llega ebrio a un aeropuerto y se desviste cuando no lo dejan abordar, sin olvidar aquella medalla presidencial perdida en un prostíbulo y recuperada en una iglesia. Pintoresco el tema, hasta ahí.

También estamos habituados a escuchar declaraciones poco inteligentes o hasta descabelladas de nuestras autoridades, que cuando son inofensivas pueden llegar a ser jocosas. Como aquel exministro que se ofendió de que lo confundieran con un masista porque se creía rubio y de ojos verdes, la exministra que defendió el uso de transgénicos mostrando una caja de Zucaritas o el exministro -hoy alcalde- que trató de explicar la pandemia con muñecos de superhéroes.

 

Aunque Rubén Méndez tenga la osadía de poner en duda hallazgos científicos que confirman la toxicidad del mercurio, existe evidencia de sus efectos nocivos para la salud

El problema ocurre cuando dejamos que las decisiones trascendentales para la vida de la población caigan en manos de personajes que no tienen idea de dónde están parados y cuyos desatinos no causan gracia sino temor.

En los últimos días fue noticia la declaración del ministro de Medio Ambiente, Rubén Mendez, quien haciendo gala de una ignorancia supina puso en duda los efectos nocivos del mercurio para la salud humana, aduciendo que cuando era niño jugaba con ese metal y que ahí estaba, años después, sanito, vivito, coleando y a la cabeza de un ministerio. Ni más ni menos.

Sus declaraciones no solo ponen en descubierto la falta de conocimiento del ministro, sino también revelan la poca importancia que le da el Gobierno al tema. Aunque Rubén Mendez tenga la osadía de poner en duda hallazgos científicos que confirman la toxicidad del mercurio, existe evidencia de sus efectos nocivos para la salud y en Bolivia varios estudios han concluido que las comunidades indígenas que viven alrededor de la cuenca amazónica -donde la minería aurífera está contaminando los ríos- tienen índices altos de mercurio en el cuerpo y sus evaluaciones hablan de pérdida de visión, de memoria, problemas sensoriales, etc.

Una declaración de ese calibre, en un país serio, le hubiera costado el cargo (incluso por vergüenza, para que parezca que les importa). En este caso uno esperaría también la renuncia del ministro porque la ignoracia no está ligada a la falta de ética. Pero como es Bolivia, queda como anécdota nomás y nadie se sonroja.

Más allá de las preferencias ideológicas -porque esto de los desatinos no es exclusividad del oficialismo ni la oposición-, habrá que plantearse en algún momento el debate de si conceptos como el de la procedencia de organizaciones sociales -que es el caso del señor Méndez- justifica poner a los menos preparados en cargos de poder, aunque solamente fuera en aquellos de cuyas gestiones depende el futuro de los bolivianos. Yo diría que no. 


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