Caja de herramientas: Repensar la pobreza

Hace un tiempo, el Ministerio de Economía y Finanzas Públicas expuso un conjunto de libros de la biblioteca económica, a los que pueden acceder tanto el público en general como los servidores públicos, me gusta decir la “caja de herramientas”. Busqué con emoción autoras mujeres, ya el Papa Francisco en su libro Soñemos Juntos: El Camino a un Futuro Mejor (2020) señalaba que, un signo de esperanza en esta crisis es el protagonismo de las mujeres y, entre ellas, de las mujeres economistas cuya mirada innovadora y cuestionadoras de las teorías económicas corrientes resultan especialmente oportuna para esta crisis.

Y ahí estaban, en la caja: Mariana Mazzucato, Stefhanie Kelton, Kate Raworth y Esther Duflo. Esta última, es la segunda mujer que recibió el premio Nobel de Economía 2019 (Elinor Ostrom ganó en 2009), quien se dedica a la investigación experimental para aliviar la pobreza desde 2003, el galardón también fue para Abhijit Banerjee y Michael Kremer.

Banerjee y Duflo en su libro Repensar la Pobreza (2011) exponen los resultados de varios años dedicados a la microeconomía aplicando un método científico con ensayos controlados aleatorizados (ECA) para evaluar políticas sociales y a partir de esos resultados obtener conocimiento sobre qué cosas funcionan y qué otras no. Entre las interesantes conclusiones del libro sobre su experiencia principalmente en la India señalan que, los países pobres no están condenados al fracaso porque sean pobres ni porque hayan tenido una historia desafortunada, y cierran invitándonos a unir nuestras manos en búsqueda de muchas ideas, grandes y pequeñas.

Los experimentos de Duflo desafían la sabiduría convencional económica en relación a la pobreza y nos muestran que puede aplicarse instrumentos científicos para mejorar el proceso de toma de decisiones.

En Bolivia, la pobreza y las desigualdades socioeconómicas han estado y están presentes en su historia, soslayadas, mantenidas o profundizadas por diferentes modelos, y por eventos únicos o combinados como la pandemia Covid-19 y crisis políticas. Entre 2019 y 2020 en la región, el mundo y, porque no, también en el país, un poco de gente que posee patrimonios altos (ricos, superricos o multimillonarios) incrementaron su bienes y derechos, mientras que las condiciones de gran parte de la población y los grupos más vulnerables se han deteriorado.

No obstante, si en el año 2002 los resultados del índice de Gini situaban a Bolivia como el país más desigual de la región Latinoamericana, con un valor de 0.61 (valores de 0 a 1, donde 0 = no hay desigualdad y 1 = máxima desigualdad); en los siguientes años la brecha se redujo considerablemente a 0.46 el 2017 y a 0.42 el año 2021 (datos preliminares publicados por el Ministerio de Economía y Finanzas Públicas), el más bajo de los últimos años, revirtiendo su retroceso del 2020 (0.45). Asimismo, se redujo el porcentaje de personas en situación de pobreza, según las últimas proyecciones de la Comisión Económica para América Latina en su informe Repercusiones en América Latina y el Caribe de la guerra en Ucrania: ¿cómo enfrentar esta nueva crisis? (junio 2022), entre los pocos países que la pobreza se reducirá está el nuestro, de 31.2 por ciento el 2021 al 30.3 por ciento el 2022, incluso en el escenario de 2.0 puntos porcentuales de inflación por sobre el escenario base.

La aplicación de una serie de políticas públicas en el marco de un nuevo enfoque económico, un nuevo modelo que apunta y ha trazado como una de sus misiones principales la atención de las problemáticas sociales como la desigualdad y la pobreza, ha tenido resultados y está amortiguando el impacto de la crisis internacional.


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