“La virtualidad vs la presencialidad”

El regreso a las clases presenciales, tras más de un año de suspensión por la pandemia de COVID-19, es un paso clave para la continuidad de la educación y la recuperación de aprendizajes. La experiencia a nivel nacional e internacional demuestra que una interrupción prolongada en las escuelas puede afectar negativamente a toda una generación en el corto, mediano y largo plazo, provocando pérdida de conocimientos y habilidades que, se suma a una crisis de aprendizajes ya existente antes de la crisis sanitaria.

Con la pandemia del covid19, las unidades educativas y el aula escolar se trasladaron al hogar de los estudiantes, quienes  aprendieron con ciertas dificultades el manejo de herramientas tecnológicas. Así mismo, los docentes se capacitaron y buscaron estrategias para llegar virtualmente a sus estudiantes y en este contexto los padres de familia participaron en las sesiones educativas. La incorporación de estas nuevas tecnologías  permitió que el proceso educativo se siga desarrollando por el bien de los niños y jóvenes.

Las clases presenciales demostraron que tiene un mayor efecto en el aprendizaje con respecto a la virtualidad.  El impacto que ha tenido la virtualidad sobre los estudiantes no ha sido lo que se esperaba y cada vez la deserción estudiantil aumentaba, esto se debió a una serie de factores socioeconómicos.

Hay que resaltar algunos de los muchos beneficios que ofrece el regreso a las aulas. Primero, que los niños y jóvenes aprenden de manera multicanal, es decir, desde la multisensorialidad y desde el movimiento. Para generar atención en el cerebro se requiere que los circuitos atencionales se despierten y ellos funcionan en la medida en que estén conectados emocionalmente, ya sea porque hay movimiento o porque están en contacto con otras personas. Aprenden a través del cuerpo y de las experiencias.

Segundo, el ser humano tiene un cerebro social. Estamos diseñados para estar en sociedad,   las relaciones interpersonales y el desarrollo de las habilidades socioemocionales, crean lazos de amistad,  fortalecen los valores como el compañerismo y la solidaridad.Aquí el colegio juega un papel fundamental porque es una experiencia social, emocional y espiritual en la que los niños y jóvenes aprender  a resolver problemas, a conocerse a sí mismos, trabajar en equipo, a adquirir conocimientos, a desarrollar análisis crítico y reflexivo, a tener iniciativa propia, a  sentir y vivir las emociones,  todas esas experiencias se dan en el encuentro presencial.Se puede decir que todo el conocimiento y la información que cualquier persona requiere, la puede encontrar en el internet o a través de cualquier medio virtual, allí se desarrolla la inteligencia estática. Pero la inteligencia dinámica, que  es la base del desarrollo del ser humano  requiere ser construida en el ambiente escolar. 

 Las clases presenciales estimulan la motivación, generando emociones positivas que combaten el estrés tóxico y sentimientos de soledad. Además, posibilitan la participación libre y espontánea de los estudiantes en ejercicios de aprendizaje colaborativo, donde cada uno desempeña un rol específico.

En el aula todos los estudiantes tienen las mismas posibilidades de acercarse al aprendizaje y se disminuyen las desigualdades sociales. Allí no hay limitaciones por la mala conexión a internet o problemas técnicos con las plataformas digitales, los niños y jóvenes pueden tomar la iniciativa para desarrollar diferentes mecanismos que les permitan explorar, interactuar o discutir temas de interés, encontrando sentido a lo que se les propone y alcanzar los objetivos de la clase.

Volver a la presencialidad hará que tengamos una generación de niños y jóvenes emocionalmente estables, que disfrutan de su interacción con los demás, que ríen, saltan, corran, debatan, discutan y experimentan la vida a plenitud. Que reciben las herramientas para encontrar la felicidad y se proyectan a  un  mejor futuro, sin olvidar que debemos cumplir con las normas de bioseguridad,  para resguardar la salud personal y la de nuestras familias.


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