La violencia, un grito desesperado de las mujeres en Bolivia

La Ley 348 puso freno a la ola de violencia en contra de las mujeres, al menos así lo muestran los reportes de la Policía Nacional y Fiscalía General del Estado. Y es que las políticas de prevención tampoco parecen ser efectivas para disminuir este flagelo que, incluso, termina con la vida de mujeres. Un calvario aparte es la búsqueda de justicia.

Desde la implementación de la ley, las denuncias de violencias fueron en escalada, para muestra basta un botón: el mismo año que se puso en vigencia la normativa, la cantidad de casos por violencia contra las mujeres fueron 17.744, y todos los siguientes años fueron en ascenso hasta que el 2019 llegó a 43.679, el registro más alto desde que tiene vida la ley 348. El año 2020, en periodo de pandemia, la violencia no cesó, hubo otras 38. 089 víctimas, según reportes de la Fiscalía; y es que también se habla de que este descenso puede obedecer a la cuarentena rígida por la Covid-19, periodo en que no se denunciaron los casos, ya que las instituciones encargadas de asistir o recibir las denuncias, no estaban en funciones y la gente estaba prohibida de salir de su casa, lo que también implicaba seguir en convivencia con su agresor.  

Según esa institución, la violencia intrafamiliar es la causa más frecuente de delitos cometidos, respecto a otros, significan más del 40 por ciento de los casos que recibe la Fiscalía. Sin embargo, no hay la suficiente cantidad de fiscales para resolverlos. Solo en el año 2020, en Bolivia cada fiscal tuvo que atender, en promedio, 400 causas de violencia contra la mujer, es decir, debía investigar más de una causa por día, sin descansar feriados ni domingos. Esto hace imposible que se pueda bridar una justicia pronta y oportuna. Y es por eso que también, algunos casos de feminicidios, tenía como antecedente que la víctima ya había denunciado a su agresor de manera previa, pero las autoridades competentes no emitieron las medidas precautorias, precisamente para evitar o prevenir la muerte. En lo que va del 2021 se reportan 107 feminicidios.

Dejarlo todo a la justicia es como esperar que en base a sanciones se pueda cortar este flagelo. Es así que también es importante tratar esta temática desde la educación, no solo desde la escuela, sino desde el seno familiar, impartir valores.

En lo que respecta a la parte educativa, también es importante que, a manera de ayudar en la prevención, si bien no sea una materia como tal, pueda estar más presente en los planes curriculares como tema obligatorio en todos los cursos del nivel secundario. Es importante que los y las estudiantes estén sensibilizadas sobre la temática, pero que también conozcan dónde denunciar y qué instituciones pueden brindarles asistencia.  

Es importante que los y las estudiantes conozcan qué acciones están tipificadas como un delito sexual, porque puede ocurrir que, por las costumbres o culturas enraizadas en algunos pueblos, se haya naturalizado algunos hechos que constituyen vulneración de derechos o que atentan contra la libertad sexual, principalmente de las mujeres. Entonces, si alguno de estos hechos está normalizado, la víctima no denunciará, precisamente porque desconoce que se trata de un delito y que hay una ley que la protege.  

Este tema es una responsabilidad compartida, pues, no solo se debe pensar como una parte restaurativa, buscar o asistir a la víctima. Se debe poner mucho énfasis en la parte preventiva, y desde el sistema educativo se puede aportar en ello.

 


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