Violencia en la UAJMS

Hace un par de semanas la UAJMS volvió a ser noticia, no por sus éxitos o por los paros, sino por audios de la clase de una docente de la carrera de Derecho donde se la escucha insultar y denigrar a sus estudiantes, estos actos se pueden definir en una sola palabra “violencia”.

Johan Galtun hablara del triángulo de violencia, es decir de la existencia de distintos tipos de violencia todos determinados y determinantes entre sí, dirá que hay 3 tipos de violencia, la directa, estructural y cultural, sobre estos tipos de violencia trata el presente artículo, es una crítica desde la arista de la violencia a la sociedad concentrada que es la Universidad Pública.

El manifiesto liminar de la Reforma Universitaria de 1918 es aun el pilar moral de la universidad pública, sin embargo en Tarija  en el último tiempo se puede afirmar que gano la contra reforma, esta contra reforma la representan docentes defensores del estatus quo, lo curioso es que estos mismos docentes en su momento fueron dirigentes estudiantiles, celebres por haber hecho rector a un estudiante en 1970 como lo relatara de forma detallada Enrique Rivera en su libro la Reforma Universitaria de 1970.

La violencia directa no es más que un suceso, un hecho absolutamente objetivable, en el caso de la UAJMS un hecho de violencia directa es la docente que denigra la humanidad de sus estudiantes.

Los hechos de violencia directa siempre serán acompañados de violencia estructural que es la que se ejerce desde la institucionalidad a través de sus normas y acciones, en el caso de la docente de derecho se registran innumerables casos de abuso similares desde antes del año 2005, el hecho de que jamás se haya logrado expulsarla definitivamente o sancionarla da cuenta del entramado legal y procedimental que tiene la UAJMS donde casi siempre se beneficia al docente, esta violencia se hace presente en la inefectividad y obsolescencia de los mecanismos internos que tendrían que garantizar equilibrios y justicia.

En todo caso la violencia estructural dirá Galtun que tendrá ciclos de mayor y  menor intensidad lo que nos da entender que el cambio se lo puede realizar desde estos espacios institucionales, desde los tomadores de decisiones, en nuestra gestión de FUL el año 2018 por ejemplo, aprobamos y pusimos fecha en Concejo Universitario para la reglamentación e inicio de los exámenes de oposición docente, para que los malos docentes se vayan y los buenos se queden como parte de una estrategia integral para cambiar la “U” y que esta no siga siendo “refugio secular de los mediocres, la renta de los ignorantes, la hospitalización segura de los inválidos“, sin embargo los que defienden la contra reforma lograron parar esta reivindicación y hoy no se discute el tema.

Por otro lado, la violencia cultural se sostiene con mitos, por ejemplo, el mito de que los tarijeños son tranquilos y claro que la docente es tarijeña, por tanto, su actuar solo fue un “exabrupto”, cuando hasta 1952 buena parte del valle central se constituía en unas pocas haciendas y latifundios que intentaron amoldar con sangre el carácter combativo de los indígenas de la región, hoy la historia se repite castrando a los nietos de aquellos campesinos, diciéndoles que revelarse es antinatura, mientras los hijos y nietos de aquellos patrones siguen teniendo “exabruptos” a diario contra el “otro”.

La universidad se encuentra en un momento importante para salir del anquilosamiento en el que esta y  pueda prevenir situaciones como de la docente de los audios, que si bien es una excepción extrema no va muy lejos de la generalidad de los abusos en la “U”, hay elecciones a rector y decanos este 24 de septiembre, donde el debate sobre la violencia en la “U” debe ser primordial en las agendas de los candidatos, estoy seguro que como se escribía hace 103 años en Córdoba “los dolores que quedan son las libertades que faltan”.


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