La agenda de las ciudades

En medio de una crisis de salud, dificultades económicas y ruptura permanente de gobernabilidad, América Latina se encuentra en un proceso de multiplicación de ideas innovativas para resolver los retos que enfrenta. La población de los territorios del continente, esperan que los liderazgos que los administran se constituyan en promotores de debates sustantivos.

Nuestros departamentos enfrentan un conjunto de situaciones de urgente consideración, vinculadas a modelos de desarrollo y crecimiento; en la agenda está la construcción de ciudades intermedias, consolidación de regiones metropolitanas, producción agroindustrial y seguridad alimentaria, mantenimiento de la población en los territorios rurales, turismo sostenible como base para la cohesión social, la cultura como instrumento de desarrollo. El reto plantea convertir estos temas generales en agenda de debates, y abrirlos a las experiencias existentes en nuestro continente para estudiarlos con relación a nuestra realidad. Resulta pedagógico señalar que este conjunto de necesidades concretas, las enfrentan las ciudades de Santa Cruz, Cochabamba, La Paz y El Alto en mayor grado, y en menor medida todas las demás capitales en razón del volumen poblacional que poseen.

Corresponde a la academia y a los investigadores de la sociedad civil, desprovistos de urgencias mediáticas y electorales, confrontar con las instancias públicas y las organizaciones políticas, los argumentos que puedan conducirnos razonablemente a vivir en ciudades sustentables que cumplan la calidad de tales. Se hace necesario abrir un debate en el que se convoquen actores académicos que nos ayuden a terminar de aprobar nuestra agenda urbana para convertirla en agenda pública.

¿Cómo se construyen las regiones metropolitanas en América Latina? Para estudiar procesos similares en términos de población y respuestas, están los casos del Gran Asunción (2.207.088), Cali (2.401.000) y Córdoba (1.430.000) que han pasado por las etapas en las que estamos ingresando.

La gobernanza, desarrollo urbanístico de la metrópoli y relación con los nodos de Ciudades Intermedias, plantean el nuevo desafío para el sistema político. Los casos de Barranquillas (1.2 millones), Goiania (1.4 millones) y Puebla (2.6 millones) pueden sernos muy útiles de conocer.

Las ciudades tienen que desarrollar una gestión ambiental y manejo articulado de residuos sólidos en regiones metropolitanas, que necesitan la incorporación plena de la población para que existan resultados posibles. Y la cultura y el turismo como instrumentos de cohesión social abren la posibilidad que todos los actores, más allá de sus pensamientos personales, se pongan de acuerdo para lograr los objetivos que ofrezcan oportunidades a la gente que necesita trabajo e ingresos dignos.

La adecuación de los servicios públicos de salud, educación, movilidad urbana y seguridad alimentaria en la construcción metropolitana, son imprescindibles. Pasar del debate que supere el caos vehicular, la seguridad social con miedo, la salubridad en los mercados y el barrido de calles como agenda de los burgos de la edad media, tienen en el siglo XXI la conectividad y las nuevas tecnologías como instrumentos de apoyo. La pregunta recurrente es ¿cómo aumentar la seguridad ciudadana cuando las metrópolis crecen? No es menor en importancia la administración fiscal y el desarrollo de capacidades productivas que incorporen la movilidad urbana y el transporte público con sus retos consecuencias.

Estamos frente a un listado básico de necesidades concretas que ya tienen resultados alcanzados en otras ciudades. La inteligencia nos dice que no debemos pretender inventar el hilo negro ni el agua tibia. En Bolivia tenemos dos situaciones que son imposibles de ignorar, el bono demográfico que coloca la población menor de 30 años en un 60%, y el bono geográfico que nos convoca a debatir qué haremos en unos años más, con un territorio que tendrá el 90% prácticamente despoblado.


Más del autor