Venta de carne y deforestación

Bolivia es un país por esencia amazónico (el 65% del territorio nacional pertenece a la cuenca amazónica). La dinámica de cambios detectada desde 2000 hasta 2017 (18 años) indica que las formaciones vegetales de la Amazonia (bosque, arbustos y/o pastizales, entre otras) se han transformado...

Bolivia es un país por esencia amazónico (el 65% del territorio nacional pertenece a la cuenca amazónica). La dinámica de cambios detectada desde 2000 hasta 2017 (18 años) indica que las formaciones vegetales de la Amazonia (bosque, arbustos y/o pastizales, entre otras) se han transformado en un 5%; cambio que en términos de superficie representa la pérdida de 3,6 millones de hectáreas forestales. El uso de suelos para la agricultura y la ganadería se ha incrementado en 122%, pasando de 3 millones a 6,7 millones de hectáreas. Estos datos ubican a Bolivia en el segundo país con mayor transformación de la Amazonia después de Brasil; siendo la ganadería el principal motor principal de la deforestación reciente.

En los últimos días se firmó un protocolo de requisitos de inspección, cuarentena y sanidad veterinaria para consolidar la exportación de carne de res boliviana al mercado chino. Mientras la industria celebra, también se disparan las alarmas para el sector ambiental. Y hay razones suficientes para disparar las alarmas. Miremos el ejemplo de Brasil que el año pasado rompió récords de exportación de carne: 1,6 billones de toneladas.

China es el mayor comprador de carne brasileña. La deforestación en el país vecino también se ha incrementado significativamente en los últimos años, y lo que preocupa es que los impactos de la destrucción de la Amazonia no están necesariamente vinculados con el desarrollo económico. De hecho, estudios recientes evidencian que la producción agrícola en los bosques amazónicos puede ser extremadamente ineficiente en términos de uso de la tierra.

Se desconoce si el mercado chino está o no comprometido con la deforestación y la cadena de producción de carne. Las alarmas no buscan que las empresas chinas o de otros países dejen de comprar este producto debido a los altos índices de deforestación, sino hacer que las empresas impulsen cambios en la cadena productiva de la carne que impidan la deforestación.

Las oportunidades para el agronegocio con la posible exportación de carne a China y Rusia deberían venir acompañadas con una serie de medidas estructurales que impulsen una producción sostenible de carne en el país. Siguen siendo tareas pendientes el fortalecimiento de las entidades encargadas del monitoreo de la deforestación, el control y la fiscalización del cumplimiento de la normativa forestal, y la promoción de una producción más eficiente. Es decir, medidas que permitan aumentar la carga animal, así como la promoción de buenas prácticas ganaderas y la construcción de un sistema de trazabilidad, entre otros temas urgentes.

* Directora de la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN).

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