Por la ciudad que soñamos

Para los expertos, es preciso hacer una reflexión en torno a tres preguntas: Qué ciudad soñamos, qué esperamos de ella y sobretodo qué estamos dispuestos a ceder.Uno de los temas a atender urgente es que muchos de los semáforos en la ciudad de Tarija quedaron obsoletos o están mal...

Para los expertos, es preciso hacer una reflexión en torno a tres preguntas: Qué ciudad soñamos, qué esperamos de ella y sobretodo qué estamos dispuestos a ceder.Uno de los temas a atender urgente es que muchos de los semáforos en la ciudad de Tarija quedaron obsoletos o están mal sincronizados, situación que causa molestia a la población y al sector del transporte, ya que puede provocar accidentes. Pero además de aquello, hay zonas donde no hay ni un semáforo y el tráfico vehicular es conflictivo, sobre todo en los horarios “pico”. Una nota de prensa escrita por El País da cuenta que durante varios días el semáforo ubicado en la avenida Domingo Paz esquina Bolívar no funcionó, razón por la cual los micros y vehículos en general tenían que darse “mañas” para cruzar la calle. Además de esto los choferes debían sacar la cabeza por la ventana para ver si venía el vehículo de la otra vía.Más aún, el inconveniente también fue para los peatones, quienes tenían que fijarse de ambos lados de las vías y pasar de prisa. Pero los semáforos no son el único problema sino también las aceras angostas de algunas calles, los escombros, los cables sueltos, entre otros.Es cierto que este tipo de problemas deben ser atendidos por las autoridades, refaccionar los semáforos o mejorarlos, ampliar las calles, sancionar a los que echen escombros, controlar el orden del comercio informal, entre otros. Pero no toda la responsabilidad es suya y volvemos a la pregunta: ¿Qué ciudad soñamos?Seguramente la ciudad que soñamos es una que sea ordenada, segura, dimensionada y por qué no… bonita. Pero ¿Qué estamos dispuestos a ceder? Es ahí donde todo se complica, porque el ser humano olvida que para tener, hay que entregar y ceder. Para la experta e ingeniera civil Sandra Jarro ninguna de las grandes ciudades del mundo está diseñada para satisfacer las “necesidades” del mal llamado “burgués”, es decir no tienen como prioridad las personas que se movilizan en vehículo propio para ir a trabajar –eso dejémoslo claro–.Miremos por ejemplo a Nueva York, Shanghai, París, Sao Paulo, Sydney o Ciudad de México, todas estas capitales tienen algo en común: el uso del vehículo particular es penalizado. ¿Cómo? Las vías son insuficientes, hay cobro de peajes urbanos, los parqueaderos tienen un alto costo. ¿Cuál es entonces la diferencia en temas de movilidad entre ellos y nosotros? Sus alternativas variadas de transporte masivo. Buses amplios, metro y tranvía, siempre más de una alternativa en funcionamiento.En cuanto al transporte en Tarija y en toda Bolivia los buses tienen muchas carencias, son extremadamente viejos y no brinda la comodidad necesaria. Otro punto es que los buses no son confiables en sus horarios, una persona puede esperar 10 minutos a que pase una ruta específica de bus o esperar 35 y tener que tomar un taxi porque la ruta esperada nunca llegó. Y ahí entra otro punto, la inseguridad que campea, tanto para los pasajeros como para los choferes. En Tarija no hay muchas alternativas para resolver esto porque simplemente es el mismo Transporte “consolidado” como institución que se resiste a la creación de competencia. Todo esto ha llevado a que varios proyectos se queden en el tintero. Un ejemplo de ellos es el Taxi Seguro. Desde las instituciones y desde los ciudadanos de a pie debemos aprender a ceder, a entregar carriles, a ser respetuosos en las calles si se está a pie a respetar las normas de tránsito si se tiene vehículo, a no echar basura, a levantar nuestros escombros. Las autoridades sin duda deben hacer su parte, como en el arreglo urgente de los semáforos. Pero nosotros tenemos que aprender a respetarlos, a no parar sobre los pasos de cebra a cuidarlos. Necesitamos tener en la ciudad una visión sistémica del tema, es decir ver el panorama completo, sin que la individualidad prime sobre la colectividad, sin intereses particulares, con objetividad y conocimiento experto.


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