¿Y dónde está la política cambiaria?

Es decir, mientras otros países han devaluado sus monedas, la nuestra ha mantenido un tipo de cambio fijo desde noviembre de 2011. Entiéndase por tipo de cambio la relación de precios entre una moneda nacional respecto a una moneda extranjera (v.g. Bs 6,96 equivale a un dólar estadounidense);...

Es decir, mientras otros países han devaluado sus monedas, la nuestra ha mantenido un tipo de cambio fijo desde noviembre de 2011. Entiéndase por tipo de cambio la relación de precios entre una moneda nacional respecto a una moneda extranjera (v.g. Bs 6,96 equivale a un dólar estadounidense); y por devaluación, la pérdida de valor nominal de la moneda local frente a la moneda extranjera.Para corregir este desequilibrio externo, los exportadores reclaman un ajuste cambiario que haga más rentable las exportaciones (un tipo de cambio más alto). Es decir, que ellos recibían más bolivianos por cada dólar que traen al país (si los traen), generando los incentivos para producir y exportar más. Pero este mecanismo no es tan simple como parece. Hay una parte importante de los insumos que son importados como bienes intermedios y de capital. El aumento del tipo de cambio también encarece las importaciones principalmente de manufactura, y por tanto, se elevan los costos de producción de las propias empresas que exportan bienes no tradicionales haciéndolas menos competitivas.Lo preocupante es que se sigue pensando que la competitividad externa se soluciona restándole valor al boliviano, cuando la verdadera rentabilidad de las exportaciones depende del aumento de la productividad de los bienes que producimos, de que importemos más tecnología de punta, certifiquemos la calidad de nuestros alimentos y, por supuesto, que nuestros socios nos compren más y a mejores precios, antes que de meros arreglos nominales al tipo de cambio.Otro equívoco es pensar que no existe política cambiaria porque no se mueve el tipo de cambio. En el guion neoliberal, la política cambiaria se manifestó en minidevaluaciones. Entonces, con un tipo de cambio inerte desde hace seis años, esta política habría brillado por su ausencia. En realidad, la política cambiaria se tradujo en estabilidad cambiaria. Es decir, el propio hecho de no mover el tipo de cambio es una estrategia en sí misma, dado un contexto externo incierto.La volatilidad del dólar ha sido un freno para promover la flexibilidad cambiaria en la región. Los países vecinos que la han aplicado entraron al terreno de la excesiva volatilidad cambiaria, lo que afectó los bolsillos de la población vía una mayor inflación e incertidumbre, las cuales llevaron a postergar decisiones de ahorro e inversión de los agentes que redujeron el consumo y el empleo. En cambio en Bolivia, la política cambiaria se vio reflejada en el crecimiento de los ingresos de la población medido por el PIB per cápita y la baja inflación y una de las tasas de crecimiento más altas de la región (estabilidad económica).Respecto a la supuesta inconsistencia de políticas por mantener un tipo de cambio fijo, se debiera recordar a los defensores del libre mercado que durante el neoliberalismo la política cambiaria subordinó a la política monetaria, dificultando el rol de estabilización de precios por los frecuentes traspasos cambiarios a precios internos, entorpeciendo los mecanismos de transmisión, y acentuando la dolarización. También se condicionó la política fiscal, puesto que los movimientos cambiarios dejaron al sector público en un constante descale de monedas. Mientras la mayor parte de los ingresos se generaban en bolivianos, los gastos por intereses de deuda se pagaban en dólares, o indizado a esta divisa crecían al son de las devaluaciones, abultando los déficits fiscales.Hoy un tipo de cambio estable da mayor margen de efectividad a la política fiscal, por el carácter intensivo en bienes de capital de las inversiones estatales y un rol protagónico al Banco Central para mantener adecuados niveles de liquidez y estabilidad de precios.


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