Las aludidas clases medias
De hecho, entre los pasajes de dicho texto llama la atención que en los momentos que antecedieron al fatídico final del gobierno de Gualberto Villarroel, algunos sectores de la clase media, como los maestros, universitarios y trabajadores bancarios, fueron políticamente gravitantes en tal...
De hecho, entre los pasajes de dicho texto llama la atención que en los momentos que antecedieron al fatídico final del gobierno de Gualberto Villarroel, algunos sectores de la clase media, como los maestros, universitarios y trabajadores bancarios, fueron políticamente gravitantes en tal desenlace, de la mano de las fuerzas conspiratorias. Llama la atención porque, más allá de los afanes corporativos gubernamentales, constituyó uno de los más claros intentos de constitución de un gobierno con orientación progresista y popular, en el periodo prerrevolucionario, dadas sus políticas indigenistas y proobreras que derivaron en la realización del Primer Congreso Indigenal y la creación de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia.Es decir, en aquel proceso las clases medias habrían sido reactivas, pero no necesariamente en el periodo posrevolucionario, con sus vaivenes autoritarios y democráticos. Pero el rol de los sectores de la clase media siempre ha sido gravitante, por las condiciones estructurales del país y los elevados niveles de pobreza. Lo que aunado a las permanentes crisis económicas permitió que esos sectores se convirtieran en grupos realmente privilegiados y, por tanto, en impulsivos, reactivos y políticamente contenciosos cuando las condiciones amenazaron sus intereses, pues para ellos constituye un antivalor la pobreza, y su aspiración consiste en convertirse en clase alta. Por eso, la masa de pobres ha representado tradicionalmente el caldo de cultivo para la violencia política, el mesianismo o el aventurerismo voluntarista; mientras que la clase media fue siempre funcional a la política reformista, quizás “porque saben leer”, como dijo alguien.Por ello, la distinción de una clase media popular supuestamente engendrada por el actual Gobierno, frente al resabio que representarían las clases medias tradicionales, como hace días propuso Álvaro García, o la idea de que las clases medias serían depositarias de una cultura democrática que las convertiría en defensoras de la democracia per se, como lo expresó también recientemente Carlos Mesa, no son más que lecturas peligrosamente polarizantes que omiten el difuso rol histórico que le tocó jugar a la clase media; y que en el actual contexto se evidencia en su capacidad para desencadenar una serie de lógicas equivalenciales devenidas de los errores que viene cometiendo el Gobierno y el desencanto que viene propiciando, y que al parecer tienden a cuajar en una oposición social.Pero ello no es más que la continuidad del modo de ser de las clases medias, cuyas capacidades políticas se ven aumentadas por efecto de su acceso a las redes sociales. Por eso René Zavaleta identificaba a la clase media como una clase sándwich, que groseramente puede ser interpretada como la carne en medio del pan que al abrirse no se sabe de qué lado aparecerá pegada. Pero en función de nuestras particularidades socioculturales, la clase media también fue representada por nuestros primeros historiadores como el mestizo dos caras.
*Es doctor en Sociología, docente de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) de México.