La oportunidad de no renovar la exportación de gas a Brasil
El contrato con Brasil que acaba en 2019 contempla la posibilidad de comprar 30,5 millones de metros cúbicos de gas al día como máximo y 24 como mínimo, si bien las nominaciones se hacen cada día y las conciliaciones cada mes y año. Existen meses en los que Brasil no ha tomado todo lo que...
El contrato con Brasil que acaba en 2019 contempla la posibilidad de comprar 30,5 millones de metros cúbicos de gas al día como máximo y 24 como mínimo, si bien las nominaciones se hacen cada día y las conciliaciones cada mes y año. Existen meses en los que Brasil no ha tomado todo lo que ha pagado. Esos asuntos se conciliarán al final del contrato y el hecho de que no se renueve puede dejar una situación en la que Brasil pueda tomar cantidades de gas sin pagar, puesto que ya lo hizo. La Fundación Jubileo desconoce si el Gobierno ha tomado previsiones sobre ese asunto que afectarían, por ejemplo, a la liquidación de regalías.El volumen al que Brasil tiene derecho de acceso supone la mitad de lo que en global se produce en Bolivia, que según los datos ofrecidos por el Ministro Luis Alberto Sánchez ronda los 60 millones de metros cúbicos. En términos económicos, ha sido el contrato más importante de los últimos años, aunque cuantitativamente pagaba un precio inferior al de Argentina por los valores introducidos en la fórmula que sí era similar, ya que ambos precios se vinculaban a la cotización del West Texas Intermediate.La diferencia entre los contratos de Brasil y Argentina también tiene que ver con sus licuables, mientras el gas firmado para enviar a Brasil contemplaba líquidos hasta que se introdujo la adenda en 2007 que permitía el uso de una sexta parte de lo exportado, el de Argentina establecía gas seco. Paradójicamente, en una década Bolivia ha estado enviando gas húmedo al no contar con la planta separadora necesaria que, en el primer contrato, debían financiar desde Argentina. Aún hoy el etano separado se reinyecta al no tener donde tratarlo, mientras que el propano se almacena para vender como GLP y ya se proyecta enviar este por ducto también a la Argentina, es decir, un retorno al mismo punto por no haber acabado las plantas industrializadoras (en el caso de Yacuiba, ni empezado).El contrato con Brasil ha sido jugoso y ha traído divisas al país, pero eso no quiere decir que haya sido necesariamente un buen contrato. Brasil se comprometió a dar cabida a Bolivia en diferentes industrias donde se explotaba el gas boliviano y no se hizo, por ejemplo, pero sobre todo ha demorado una industrialización que apenas ahora, al final del contrato, empieza a dar algún producto todavía entre muchas incertidumbres.El Gobierno, sin embargo, nunca dudó sobre la posibilidad de renovarlo y ampliarlo. No lo sometió a una evaluación seria, menos a una consulta pública sobre ello. Simplemente se anunció por todo lado que se buscaría la ampliación. Es más, se aseguró que Brasil estaría de acuerdo.El Ministro Sánchez anuncia ahora, como quien pasa por ahí, que en Mato Grosso una delegación negocia un nuevo contrato interrumpible o de corta duración para con esos Estados Federados del Brasil, pero no menciona que ese fue el acuerdo de Michel Temer y Evo Morales en su primera y última cumbre bilateral en la que básicamente se decretó la caducidad del GSA.Son esas inconsistencias las que hacen dudar del proyecto del Gobierno sobre los hidrocarburos, la soberanía nacional y la industrialización que tanto se exhibieron en la primera etapa y que ahora apenas se usa como eslogan. No renovar el GSA es una buena oportunidad para Bolivia, el problema es que una vez más, llegamos tarde. Brasil va a seguir requiriendo gas, aunque sea a través de empresas privadas y ya no con el respaldo estatal y el largo plazo. Con unos ductos amortizados, no hay combustible más competitivo en Brasil que el gas tarijeño. La cuestión es que tendría mejores precios si además no necesitáramos venderlo.Alcanzar el mercado del GNL y tener listo el aparato petroquímico del plástico se antojan más que nunca imprescindibles. Nadie tendría que andar escondiendo nada. Probablemente entonces, las reuniones con Brasil se harían en Santa Cruz o en Tarija, y no al revés.