El cónclave de Evo

López aseguró que lo que pretende es retomar el ritmo de gestión y olvidar la campaña electoral por un tiempo, si es que eso es posible luego del acelerón que le ha imprimido a la contienda el Movimiento Al Socialismo en este mes de diciembre.La convocatoria a la reflexión sobre la gestión...

López aseguró que lo que pretende es retomar el ritmo de gestión y olvidar la campaña electoral por un tiempo, si es que eso es posible luego del acelerón que le ha imprimido a la contienda el Movimiento Al Socialismo en este mes de diciembre.La convocatoria a la reflexión sobre la gestión viene a cerrar el círculo que empezó con el fallo extemporáneo, pero muy calculado, del Tribunal Constitucional Plurinacional habilitando a todas las autoridades para 2019 al eliminar la limitación de mandatos a solo unos días de las elecciones judiciales.Que triunfaría el voto nulo se daba por descontado mucho antes de la convocatoria, en ese sentido lo más sorprendente es que la oposición no tuviera nada preparado para entonces y sí el partido de gobierno, que siguió su libreto de libertad democrática para aceptar el resultado y contrapuso una marcha de, dicen, un millón de personas en su bastión cochabambino para cerrar cualquier motivo de duda o discusión.El libreto culmina con un retorno a la gestión mientras la oposición tradicional se sigue desgañitando y apelando a medidas que no encuentran eco en la población. El conflicto médico; sectorial y económico, ha acabado jugando a favor del Gobierno en lo que se refiere a disimular sus otros problemas. 2018 iniciará probablemente con una oposición tradicional todavía quejándose del fallo del TCP y el MAS de vuelta a la gestión con la tarea hecha.Y es que 2017, aunque ha concentrado todo lo político al final, no ha sido un año de gran gestión para el Gobierno. El cambio de gabinete en enero, por primera vez profundo de verdad al sacrificar a dos pesos pesados como el Canciller David Choquehuanca y el poderoso ministro de la Presidencia Juan Ramón Quintana, ha pretendido generar nuevos dinamismos, aunque al final han apelado a lo conocido.En 2017 Evo Morales ha profundizado en su imagen de superalcalde de Bolivia; la crisis de ingresos ha puesto en bandeja una nueva estrategia. Si desde el inicio de su gestión la entrega de todo tipo de mini obras con recursos de programas nacionales ha sido una constante, la caída de ingresos de municipios y gobernaciones ha permitido dotar varios fideicomisos para completar proyectos y de esta forma, incluirlos en su haber de proyectos entregados. Tarija ha sido especialmente señalada en esta estrategia, aunque al final cada gestión de fideicomiso ha sido un largo y empedrado camino.El presidente Evo Morales se aferra a las gestiones realizadas por el tren bioceánico para maquillar un año de gestión corta y más marcada por el escándalo. Incluso la Cumbre de Presidentes del Foro de Países Exportadores de Gas realizada en Santa Cruz y que tiene consideración de una de las grandes citas económicas del mundo a la altura de Davos, cumbre OPEP y similares, pasó desapercibida por la falta de claridad interna sobre el sector.Dos escándalos y la coletilla de otro han marcado 2017. La batalla en YPFB desatada por la compra de los taladros que acabó descabezando a todo el aparato administrativo presidente incluido hizo rememorar los peores tiempos. El escándalo del desfalco en el Banco Unión y la forma en que se hizo pública dejo al aire las vergüenzas de las entidades fiscalizadoras que no tuvieron las mismas disciplinas con sus pares. La coletilla fue la del escándalo del Fondo Indígena, que ya amortizado, se ha ido apagando mientras sus protagonistas salen de prisión sin haber esclarecido nada.Después del gabinete ampliado empezarán los rumores y codazos para saber quién se queda y quien se va. Un ejercicio que mantiene en vilo a todos los protagonistas hasta finales de enero, cuando se confirman los pronósticos. Hasta entonces, atentos a las sorpresas.


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