El etanol y los anuncios eclipse

Sánchez cree que ampliando la frontera agrícola de la caña, y con probabilidad, de la soya, se puede contar con un excedente que genere el alcohol para mezclar con el hidrocarburo y poder ofrecer el combustible al menos a nivel local, aunque de seguro no tardarán en aparecer los afanes...

Sánchez cree que ampliando la frontera agrícola de la caña, y con probabilidad, de la soya, se puede contar con un excedente que genere el alcohol para mezclar con el hidrocarburo y poder ofrecer el combustible al menos a nivel local, aunque de seguro no tardarán en aparecer los afanes exportadores. El Ministro ha pedido inversión a los sectores agrícolas y particularmente a la poderosa Cámara Agropecuaria del Oriente que ya ha recibido otros favores del Gobierno como la adjudicación de créditos con respaldo en las AFP y las indefiniciones sistemáticas que sobre el uso de transgénicos se lanzan desde los poderes públicos.Es posible que la apuesta por el etanol sea una buena idea que gira entorno a la alianza con la CAO y la producción de urea para ampliar la frontera agrícola y acabar dándole forma de negocio industrializador. Es posible, también, que el Gobierno ande tan escaso de ideas que cualquiera se convierte en una buena idea. Hace apenas dos semanas el mismo ministro hablaba de que el Gas era el combustible del futuro en la Cumbre de Países Exportadores de Gas realizada en Santa Cruz, con lo que el etanol vendría a ser una especie de complemento, aunque sus cifras no son pequeñas.El proyecto prevé incrementar de 145.000 hectáreas a más de 300.000 hectáreas los cultivos de caña para la producción de etanol, que es el combustible que será adicionado a la gasolina. Para ello, el empresariado cruceño comprometió inversiones por 1.500 millones de dólares y la generación de 12.000 puestos de trabajo. Veremos los resultados.El negocio de los combustibles anda muy revuelto últimamente y no solo en Bolivia. Donald Trump vetaba hace unas semanas la importación del etanol argentino alegando cuestiones de calidad, aunque todos sospechaban que se trataba de una nueva medida proteccionista. El etanol es un combustible más limpio que el tradicional y que se baraja como uno de los caminos para contribuir a alcanzar las metas comprometidas en la Cumbre del Clima de París. Esta cuestión subyace en los movimientos estratégicos de los diferentes países, fortaleciendo la investigación pero sobre todo, la especulación.Lo extraño de esta “buena idea” es el momento en el que se lanza, pues suena como una especie de juegos de artificio luego de los fracasos exploratorios y petroquímicos.La certificación de reservas de hidrocarburos acaba de consumar su segundo fracaso y mantiene en vilo las certezas para planificar el futuro a corto y medio plazo salvo que se contemple la posibilidad de importar la gasolina para producir el etanol, lo que no sería un negocio muy provechoso.Es preocupante la noticia que ha llegado sobre la planta de urea, en mantenimiento apenas dos meses después de haber sido inaugurada, una noticia que ha desatado muchas especulaciones por parte de los “expertos” empeñados en denostar los intentos de industrialización del país, pero también entre los que recomiendan una mayor transparencia en la información para evitar esos problemas.El gran fiasco de 2017 es la paralización y remisión a la congeladora de la planta petroquímica de polipropileno que debía construirse en Yacuiba. Algo que en su momento fue una “buena idea” y que venía a completar la cadena iniciada con la planta separadora de líquidos para ingresar en el mundo de los plásticos a escala mundial. La licitación fracasó en abril como efecto colateral del escándalo desatado por la compra irregular de tres taladros para YPFB y que acabó con el presidente Guillermo Achá y la mitad de la planta administrativa en prisión preventiva. Desde entonces nadie se ha preocupado de volverla a licitar y más al contrario, han retornado los discursos que sitúan a Bolivia como el gran exportador y nada más. La novedad es que esta vez provienen del Gobierno.Esperemos que en 2018 el Gobierno pueda ordenar sus prioridades en el sector y no aferrarse más a “buenas ideas” sino a proyectos de futuro bien diseñados.


Más del autor