Sin petroquímica
A principios de año, la licitación para adjudicar la planta de propileno y polipropileno marchaba viento en popa, se esperaba un resultado concreto para el primer trimestre; un gran anuncio para el 15 de abril del Bicentenario, un contrato firmado y en marcha para el 12 de agosto chaqueño y...
A principios de año, la licitación para adjudicar la planta de propileno y polipropileno marchaba viento en popa, se esperaba un resultado concreto para el primer trimestre; un gran anuncio para el 15 de abril del Bicentenario, un contrato firmado y en marcha para el 12 de agosto chaqueño y tal vez algún movimiento real hasta fin de año. Nada de esto ha pasado.Lo cierto es que Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos está cerrando uno de sus peores años de gestión. El escándalo de los taladros ha hecho, de nuevo, tambalear los cimientos de la institución y devolverla cincuenta años atrás. El joven presidente Guillermo Achá, designado por su antecesor Carlos Villegas en sus últimos días antes de su fallecimiento, no había hecho mayor mérito que acompañar a Villegas en su gestión, que incluye un estratégico amarre con Evo Morales que lo consideró intocable. Esa unción le sirvió a Achá para tratar de manejar una empresa centenaria y millonaria, pero no fue suficiente.La licitación estaba en los ojos de la oposición tradicional, que no gustan mucho de ver a Yacimientos crecer y mucho menos ejercer su soberanía en la cadena de los hidrocarburos. Los taladros eran para explorar el país y tal vez achicar el negocio de las transnacionales que pululan libremente a lo largo y ancho del subandino. Las denuncias de la adjudicación a la empresa italiana luego de un historial de licitaciones subidas, bajadas y frustradas ya había dejado un rastro en la web de las contrataciones y la oposición no tardó en explotarla.Sin embargo, no fue hasta que el legajo cayó en el despacho de la Oficina de Transparencia del Ministerio de Hidrocarburos, a cargo de otro peso pesado del Movimiento Al Socialismo como el ex Gobernador de Cochabamba Edmundo Novillo, que el asunto se puso serio de verdad.El asunto tardó un par de meses en estallar oficialmente luego de toda la presión metida desde las instancias del oficialismo que nunca vieron a Achá como uno de los suyos y las corporaciones mediáticas más cercanas a la Vicepresidencia que no dudaron en reclamar más poder para su mentor.A finales de marzo la cabeza de Achá ya había rodado oficialmente pero el escándalo se contemporizó para tener claro el relevo. En ese impase, voló por los aires la licitación de la petroquímica, que en abril ya contaba con informe de adjudicación para otra italiana, Tecnimont, en consorcio con la española Técnicas Reunidas.Finalmente el Ministro Luis Alberto Sánchez logró imponer su criterio, colocar a su segundo Óscar Barriga como nuevo jefe de la Estatal Petrolera y, yendo a más, reservarse para sí, como Ministro, la presidencia del Directorio de la empresa más importante del país. Sánchez salió aparentemente reforzado.Los cambios no han supuesto un soplo de aire fresco en la entidad, más al contrario, la flagrante falta de información sigue contribuyendo a generar suspicacias; por ejemplo, se eliminó de la página web la información que se brindaba sobre las nominaciones de gas de Brasil y Argentina justo en el momento en el que el vecino país de la plata denunciaba la falta de cumplimiento.No son las únicas cosas que han pasado en este tiempo. Se ha adjudicado la invasión de la Reserva de Tariquía para buscar hidrocarburos a Petrobras o se ha licitado dos veces en noviembre la certificación de reservas del país luego de que en julio se asegurara que las empresas ya estaban contratadas.Lo que no ha pasado, y no existe una fecha cierta para ello, es que la licitación de la petroquímica haya vuelto a lanzarse y más al contrario, dado el tenor de los discursos en la cumbre de presidentes del Foro de Países Exportadores de Gas, parecería que Bolivia vuelve a limitarse a ser el gran vendedor de la región sin pensar en su propio desarrollo.El Gobierno de Evo Morales ha negado la crisis pero a la vez, los grandes proyectos estratégicos han quedado paralizados y envueltos en una retórica poco convincente. Es necesario que el Gobierno despeje todo ánimo de duda y reponga la hoja de ruta para que el resto de instituciones pueda sumar esfuerzos, lo contrario es quedarse de nuevo al costado del desarrollo mientras la lucha política nos acaba consumiendo.