Comunicación de corazón

En una pecera los peces acostumbran nadar a la mitad de ella, nunca se quedan totalmente abajo ni arriba, únicamente suben para alimentarse. Así deberíamos ser las hijas de Dios: ni muy arriba ni muy abajo, más bien, término medio, es decir, no dar una imagen miserable ni vergonzosa, como si...

En una pecera los peces acostumbran nadar a la mitad de ella, nunca se quedan totalmente abajo ni arriba, únicamente suben para alimentarse. Así deberíamos ser las hijas de Dios: ni muy arriba ni muy abajo, más bien, término medio, es decir, no dar una imagen miserable ni vergonzosa, como si no tuviéramos un Dios, ni tampoco exhibir un orgullo religioso propio de personas que confunden la naturaleza divina.Así como los peces, nosotras también debemos buscar las alturas, pero no las del orgullo o la petulancia, sino las alturas donde se encuentra Dios, quien nos ofrece el alimento de vida.A menudo oro lo siguiente: Recibe mi rocío de lágrimas maternas. Aquí sobre mi alfombra florecen mis flores, mis lágrimas, perlas humedecen confiadas todas mis esperanzas, de que un día en rosado y azul primoroso crecerán dos plantitas, tan suaves, tan dulces y preciosas y además fragantes. Dos preciosas criaturas de mi jardín de ensueños.


Más del autor