El crecimiento, el modelo y su demacrado dinamismo
Cierto: ante la caída de ingresos por hidrocarburos, la economía creció gracias al consumo interno, impulsado por la inversión pública de 6.200 millones de dólares en 2016, mientras que la inversión privada apenas alcanzó los 1.600 millones el mismo periodo.Pero también es cierto que la...
Cierto: ante la caída de ingresos por hidrocarburos, la economía creció gracias al consumo interno, impulsado por la inversión pública de 6.200 millones de dólares en 2016, mientras que la inversión privada apenas alcanzó los 1.600 millones el mismo periodo.Pero también es cierto que la inversión privada no acompañó porque, en gran medida, los contratos petroleros firmados después de la nacionalización de 2006 no obligan a las transnacionales a invertir, especialmente en exploración de nuevas reservas, algo que hoy por hoy es motivo de preocupaciones mayores.Y es que, tal como apunta una investigación de la Fundación Pazos Kanki (de tendencia opositora pero con datos duros), “el desarrollo de los campos aún está en manos de las empresas transnacionales”.Eso explica la sequía de inversiones exploratorias: “entre 2009 y 2013 las reservas probadas de gas se incrementaron en 0,51 TCF, de 9,94 a 10,45 TCF, a razón de 0,13 TCF por año. Este pequeño aumento se debe a actividades de desarrollo de campos que estaban en producción anteriormente y no producto de nuevas actividades exploratorias” después de nacionalizar, dice la citada investigación.Pazos Kanki también nota que antes de nacionalizar “había mayor exploración”: “En el período 2006-2014 se perforaron 51 pozos exploratorios” y “se intervinieron 24 pozos”, total 75; entre 1997 y 2005 se perforaron 122 pozos. Este dato lo omite el gobierno nacional.Hay que añadir, sin embargo, que los megacampos de gas en Tarija - la billetera de Bolivia en el siglo XXI- fueron descubiertos por YPFB antes de la capitalización, algo que omite la opositora Fundación.A todo esto debe sumarse la discusión sobre los “costos recuperables” de las transnacionales petroleras, que entre los años 2007 y 2014 llegaron a 5.424 millones de dólares, y que hasta 2014 superaron los 6 mil millones.Habrá que ver cuánto suman en los últimos tres años, pero lo cierto es que “existe un amplio y ambiguo terreno para que las petroleras puedan demandar la devolución de esos gastos. Esta norma ha permitido su uso anómalo y abusivo”, dice Pazos Kanki.También es cierto que estas ventajas concedidas a las transnacionales tampoco han servido para incentivar inversiones en exploración, peor aún en esta época de precios poco atractivos.Así las cosas, la inversión pública que mantiene el crecimiento del PIB proviene cada vez menos de las exportaciones y cada vez más de la deuda externa, que ha pasado de 2.208 millones de dólares en 2007 a 8.718 millones de dólares al 30 de junio de este año, monto que ya representa el 23,6% del PIB.Con esta inyección, la economía seguirá creciendo este año y se espera seguir con la inversión pública y las políticas de redistribución que ayudaron a bajar la pobreza y la desigualdad en la última década.Sin embargo, no se han creado las condiciones para que esto sea sostenible y saludable. La deuda no puede crecer indefinidamente y no se puede seguir dependiendo de las materias primas. Mientras nos acercamos a la recta final de esta década, la industrialización sigue rezagada, sin certificación de reservas, sin perspectivas. Las papas empiezan a quemar.