Guillén, ser o no ser

La economía boliviana, con los datos entregados, ha tenido un problema en el último tiempo vinculado a su propia credibilidad. Devolverla es cuestión de Estado, pues la bolivianización de la economía y la popularización del crédito, todavía muy limitado y caro para el trabajador promedio,...

La economía boliviana, con los datos entregados, ha tenido un problema en el último tiempo vinculado a su propia credibilidad. Devolverla es cuestión de Estado, pues la bolivianización de la economía y la popularización del crédito, todavía muy limitado y caro para el trabajador promedio, depende de ello.El dato del producto Interior Bruto presentado ayer por el Ministro Guillén es el más bajo desde 2009. Un 3,94 por ciento que no permitirá el doble aguinaldo Esfuerzo por Bolivia para este 2017 pero que tampoco despeja la incertidumbre sobre la salud de la economía y su efecto sobre el empleo. Muchos trabajadores, incluidos funcionarios, respiraron aliviados al conocer el dato por segundo año consecutivo esperando que la plantilla se mantenga, y que tal vez sus condiciones de trabajo no empeoren. La crisis tarijeña que todavía se siente y mucho y los regalos con plata ajena impulsados por el presidente Evo Morales y su gabinete económico han multiplicado el desempleo en el departamento mandando a muchas empresas a la quiebra.En 2009, cuando se reordenó bruscamente el mercado de futuros del petróleo, Bolivia creció un 3,4 por ciento. En 2010 ya subió al 4,1 por ciento, en 2011 cerró el año en 5,2 y en 2012 se quedó a una décima de esa cantidad. A partir de ahí el superciclo de Hidrocarburos llegó a su auge, con precios astronómicos, que lo elevaron al 6,8 por ciento en 2013, año en el que surge la idea del doble aguinaldo. En 2014 el PIB se quedó en 5,5 y en 2015 en 4,9. 2016 ya bajó a 4,3 por ciento y se negó el bono por primera vez desde su creación. Como en 2018, en 2017 no había elecciones.Arce Catacora, que encontró en todo momento un panorama ideal en el mercado internacional de los precios de hidrocarburos salvo en 2009, trató de desvincular permanentemente que el éxito económico del país se debiera a la buena coyuntura internacional de estos commodities. Cuando en 2014 los precios del gas se hundían, es decir, la riqueza del país quedaba reducida, el PIB seguía creciendo, aunque menos. Las contradicciones en la propia definición del PIB, al igual que el de la inflación cuya fórmula y elección de productos de la canasta es muy cuestionado, además del desempleo, que raya el inverosímil y confunde empleo con subsistencia, forman la tríada más cuestionada, pero los tres son elementales para la credibilidad del país.Contra la costumbre de Arce, el Ministro Guillén vinculó directamente la baja tasa de crecimiento con las ventas de gas, aunque no hizo referencia a los bajos precios sino a la menor demanda de Brasil en los meses de enero, febrero y junio. En aquellos meses, Brasil pidió más o menos la mitad de su contrato, que es de 30 millones de metros cúbicos, y al parecer no pudo ser compensado por los 4 millones extras que Argentina pidió en los meses de invierno. Paradójicamente, la industria extractiva perdió un 6 por ciento en este 2017 en el que los precios han empezado a recuperarse. En 2014 cuando empezó a caer y en 2015, cuando el barril rozó los 30 dólares, por debajo de los 54 con los que el mercado cerró ayer, Bolivia seguía creciendo por encima del 4,5 por ciento. Entonces había elecciones.No está claro si el Ministro Guillén quedará en la historia como un reemplazo coyuntural o pretenderá buscar un espacio mayor para que se le recuerde. No está claro si su pretensión será sincerar la economía boliviana para poner los acentos donde hace falta, que es la generación de más y mejores empleos para los bolivianos, o seguirá dando vueltas a las políticas populistas cortoplacistas cuyos resultados han quedado en evidencia tan pronto se ha resfriado el precio del gas. Lo que sí es seguro que no querrá quedar como el Ministro que se quedó inmóvil hasta que la crisis económica lo devoró. Hacen falta reformas y también, acabar con los errores contrastados.


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