Empleos, suspiros y dobles aguinaldos

El popularmente conocido como “doble aguinaldo” fue instaurado en 2013 por el ex Ministro de Economía Luis Arce Catacora. Por entonces se entraba en año electoral con muchas garantías de ganar, pues ya el Tribunal Constitucional había interpretado que Evo Morales volvería a ser...

El popularmente conocido como “doble aguinaldo” fue instaurado en 2013 por el ex Ministro de Economía Luis Arce Catacora. Por entonces se entraba en año electoral con muchas garantías de ganar, pues ya el Tribunal Constitucional había interpretado que Evo Morales volvería a ser candidato. Ese 2013 Bolivia iba a ser puntero en el crecimiento regional, subido en la cresta del superciclo que vivieron los precios de los hidrocarburos en el primer quinquenio de la segunda década del siglo XXI. Los datos de crecimiento desde 2006 marcaban medias de 5 por ciento con picos de 6,5 por ciento y esa fue la excusa. Con la medida se pretendía llegar a una clase media urbana y trabajadora por cuenta ajena que vería endulzado su fin de año y que, tal vez en las elecciones de octubre, se acordaría de que la bonanza del país también le llegó a él “gracias a Evo”. El Gobierno por enésima vez se hacía el generoso con plata ajena.En 2014 el Gobierno de Evo Morales revalidó su mayoría absolutísima, controlando los dos tercios de los curules de la Asamblea Plurinacional gracias en parte (además de a la división del voto opositor) al voto urbano en Santa Cruz y Tarija, que contrarrestó el descenso en sus otrora feudos inexpugnables en el altiplano. Para entonces ya se había extendido el conocimiento de la fórmula de cálculo, que hacía referencia al crecimiento del PIB calculado en el tercer trimestre, es decir, el que se publica en octubre. Aquel año se aligeró el resultado.2015 también era año electoral y con un nuevo doble aguinaldo en el bolsillo, a pesar de que a finales de 2014 ya se había percibido la caída del barril de petróleo y su impacto mortífero en el valor de la exportación del gas, los ciudadanos fueron a votar. No le fue bien al MAS en las subnacionales que perdió ciudades como El Alto o Yacuiba y Gobernaciones como la de La Paz, además de tiritar en Chuquisaca y llevarse un severo rapapolvo en Tarija. Ese 2015 fue un año duro para la economía local, la del día a día, particularmente en Tarija. Las pocas industrias golpeadas en su base de subsistencia empezaron a resquebrajar el empleo y la caída de ingresos de la Gobernación, que vive al 99 por ciento de los precios del gas y ejerce como gran dinamizadora de la economía, hizo el resto. Con todo y a pesar de que el gas no valía nada, que el barril estaba tocando los 30 dólares frente a los 110 de unos meses antes, el PIB boliviano volvió a crecer por encima del 4,5 por ciento.Y es que en 2016 había de nuevo cita con las ánforas, esta vez ni más ni menos que el Referéndum Constitucional que el MAS había impulsado para volver a habilitar a Evo Morales en las aún lejanas elecciones de 2019. Cualquier cosa que arañara votos iba a ser útil como se demostró ese 21 de febrero… pero esa vez perdió.Perdido, en 2016 no hubo doble aguinaldo y en 2017, según ha reconocido el propio presidente, tampoco lo habrá. Ahora bien, Morales ya ha advertido que en las Navidades de 2018, víspera de elecciones nacionales, si habrá.Para entonces, el MAS, al que tanto le cuesta aprender de sus errores, activará la misma estrategia que tanto daño le ha hecho a la credibilidad de los números de este país. El problema con el que probablemente se encuentre es que los ciudadanos que han cobrado el doble aguinaldo cargan una sensación de padecimiento. El doble aguinaldo ayudó más o menos poco al global de la economía familiar, probablemente se fue en comprar algo importado, una cena de postín o un viajecito de más. Lo que ha quedado son plantillas precarias y reducidas en empresas que algún rato parecieron poderosas, beneficios consumidos, industrias insolventes, incapaces de hacer una inversión para mejorar su productividad y con un cierto riesgo de quiebra.El MAS tal vez no se ha dado cuenta de lo que ha generado en el tejido industrial y nacional, pero los trabajadores sí.


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