Correos y el fracaso institucional
Cualquier país que se precie de controlar sus dinámicas básicas, tiene bajo su control esencialmente sus comunicaciones. Resulta vital a la hora de construir Estado, incluso más que tener bajo su control los recursos naturales. El Gobierno de Evo Morales recuperó con buen criterio la empresa...
Cualquier país que se precie de controlar sus dinámicas básicas, tiene bajo su control esencialmente sus comunicaciones. Resulta vital a la hora de construir Estado, incluso más que tener bajo su control los recursos naturales. El Gobierno de Evo Morales recuperó con buen criterio la empresa de telefonía Entel y decidió lanzar un satélite al hiperespacio precisamente para potenciar las comunicaciones, televisión, internet, etc, sin embargo nadie se ha propuesto de manera seria fortalecer la Empresa de Correos.Más bien al contrario, el propio presidente Evo Morales amenazó con cerrar el servicio estratégico si no mostraba resultados en el corto plazo, sin embargo no hay ninguna medida publicada en la Gaceta Oficial de Bolivia que, por ejemplo, obligue a las dependencias del Gobierno a utilizarlo. Ministerios, empresas públicas, el propio Palacio de Gobierno están atravesados de los anacrónicos mensajeros y para lo demás, se utilizan servicios de mensajería, los famosos “courrier”, algunos locales y la mayoría, franquicias de empresas transnacionales.El correo postal vive en todo el mundo su segunda edad de oro gracias precisamente a internet. Luego de que se superara el shock inicial que supuso el correo electrónico y que los propios gestores reconocieran que eran muy pocos los que hacían aquello de enviar cartas de amor y postales navideñas y que no daba para sostenerlo, el boom de la compra a través de internet ha disparado el tráfico y multiplicado el servicio a lo largo y ancho del planeta. Compras y ventas desde cualquier punto del mundo se mueven a través de los servicios de Correos públicos y estatales que han sabido adaptarse a los nuevos tiempos. En Bolivia sin embargo el servicio está en franca decadencia y el funcionamiento en Tarija es un buen ejemplo de ello. Correos en Tarija es un ente casi invisible, asentado a una cuadra de la plaza principal, la figura del cartero es una rara avis, los buzones en las casas y edificios ni siquiera se consideran. Mandar una carta es una misión morosa, si es pesada vas a salir sin factura porque se han acabado, pero recibir ya es misión imposible. ¿Cuántos noviazgos se habrán frustrado por falta de noticias mientras las cartas de amor se podrían en algún armario? ¿Cuántas invitaciones o regalos sorpresa nunca llegaron a su destino?Es evidente que Correos no es responsable exclusivo de la penosa situación. Apenas las viviendas de los centros de las ciudades cuentan con una identificación más o menos sencilla, con su número de casa, etc. El resto de la ciudad es un cambalache donde ni los vecinos ni las autoridades municipales se preocupan por concretar la identificación correcta para esos fines, sino que todo sigue siendo calle tal, entre tal y tal, con una tiendita al frente o una puerta marrón.Esta falencia es estructural y nos limita como sociedad. En los bancos seguimos haciendo croquis de domicilios para adjuntar a la documentación, pero el sistema es tan precario que nunca va a permitir que se puedan hacer débitos automáticos de, por ejemplo, los servicios básicos y que lleguen al domicilio las facturas y recibos. Esto supone al final del año un montón de minutos productivos perdidos.Esta falencia también perjudica a la administración de Justicia, porque nadie está bien registrado ni identificado y para el Ministerio Público resulta un calvario entregar una simple notificación. Ni que decir de multas u otros requerimientos.En algún momento el Gobierno Nacional debería asumir el tema como una necesidad de desarrollo estratégico, refrescar y actualizar las normas al respecto y sobre todo, invertir recursos para que la Empresa nacional se ponga en marcha. El resto vendrá por sí solo, pero de momento, ya es mucho tiempo perdido.