Por una Universidad mejor

Los dos candidatos son viejos conocidos. El Licenciado Carlos Cabrera ha sido Rector, dirigente  cívico y el mejor candidato por el Movimiento Al Socialismo a la Gobernación de Tarija en dos ocasiones, en la primera se quedó a cinco puntos, en la segunda lo inhabilitaron a mitad de la...

Los dos candidatos son viejos conocidos. El Licenciado Carlos Cabrera ha sido Rector, dirigente  cívico y el mejor candidato por el Movimiento Al Socialismo a la Gobernación de Tarija en dos ocasiones, en la primera se quedó a cinco puntos, en la segunda lo inhabilitaron a mitad de la carrera. El Ingeniero Gonzalo Gandarillas, con una proyección pública menos política, es la tercera vez que se presenta a las elecciones. En las dos anteriores ha gozado del apoyo de los estudiantes, pero no de los docentes.Han pasado casi dos años desde que el hoy viceministro Eduardo Cortez fuera sacado a almohadillazos de la oficina del Rectorado, de la que tomó posesión de forma irregular según señaló después el Tribunal Constitucional Plurinacional. Desde antes la Universidad ya vivía una situación de interinidad fruto de los problemas de salud en los que se vio envuelto el electo Marcelo Hoyos. En total son casi tres años de interinidad, convulsión, bloqueos, elecciones fracasadas, semestres perdidos, intentos frustrados de mejorar un Estatuto que nadie quería mejorar y otros conflictos.El desprestigio de la Universidad Juan Misael Saracho no ha empezado con estos problemas de convulsión institucional, pero sí los ha acentuado. La Universidad más rica del país no aparece entre las más reputadas del continente, ni siquiera entre las del país. Su producción intelectual en forma de estudios, artículos o investigaciones es insignificante y eso no es un problema de los tres años de inestabilidad, sino de una pesada herencia de la que ningún Rector en los últimos 30 años ha sabido zafar.La Juan Misael Saracho acoge actualmente a unos 19.000 jóvenes estudiantes. En los años del boom económico ha sido capaz de dar algún paso hacia la descentralización y, eso sí, de construir decenas de edificios de todo tipo y color, para cualquier uso. O ninguno. Emblemático es el mastodonte de la Facultad de Odontología, en el parque Bolívar, paralizado desde hace meses. Más grave todavía ha sido el papel estratégico que la Juan Misael Saracho ha jugado en el desarrollo del departamento de Tarija. Papel que se reduce prácticamente a la nada salvo que se considere que la mayoría de nuestros líderes políticos actuales se han formado en sus aulas, dejando las valoraciones particulares a un costado.La Universidad pública ha mirado desde el palco los años del bienestar tarijeño, los años en los que los recursos se han multiplicado desde la nada casi absoluta que se tenía a principios de este siglo XXI hasta los miles de millones de dólares de 2014. Una década larguísima en la que la Universidad no ha jugado un rol orientador ni edificante y más al contrario, se ha convertido en un mal ejemplo de la codicia, el amiguismo y el noimportismo generalizado. No se trataba de que la Universidad diera lecciones en la plaza Luis de Fuentes, pero sí que acompañara las potencialidades con carreras específicas y de primer nivel para cumplir las expectativas. El tema petrolero/petroquímico es el más significativo, pero hay más. No parece probable que, salga una u otra opción, el cambio en la Universidad vaya a ser radical ni trascendental. Ninguno de los dos contrincantes se puede considerar un joven líder reformista y renovador. Apenas han prometido cambios significativos. Apenas se han comprometido a llevar la Universidad a otros estándares de calidad de verdad. Apenas a reformar un Estatuto.Es evidente que la calidad de la Universidad no se mide por el tamaño de sus aulas ni por la comodidad de sus pupitres, sino por la excelencia de sus docentes. Ellos son los principales responsables de formar a la talentosa juventud tarijeña cada vez más descreída de sus propias posibilidades. Gane quien gane y pase lo que pase, es necesario garantizar la competencia y calidad de los docentes, romper las roscas y tener el coraje de hacer las cosas de forma diferente. Mientras tanto, y que no es poco, esperemos que hoy sea un día de libertad democrática con exquisitas formas y respeto a la transparencia debida.


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