Las paradojas de 2016
Continuó con otro referéndum, esta vez por la permanencia o no de Gran Bretaña en la Unión Europea; el brexit. Poco después Colombia llamó a consulta sobre los acuerdos de paz entre el Gobierno y las FARC. Y culminó con las elecciones presidenciales en Estados Unidos.¿Qué tienen en...
Continuó con otro referéndum, esta vez por la permanencia o no de Gran Bretaña en la Unión Europea; el brexit. Poco después Colombia llamó a consulta sobre los acuerdos de paz entre el Gobierno y las FARC. Y culminó con las elecciones presidenciales en Estados Unidos.¿Qué tienen en común estos cuatro episodios políticos del mundo? Pues que en todos los casos sus resultados son insólitos, de muchas maneras. El caso boliviano se resuelve con la victoria de la opción No a la repostulación presidencial, por un estrecho margen porcentual. Meses antes los sondeos daban ventaja al Sí en sus previsiones, y considerando el importante índice de aprobación a la gestión de gobierno en curso, nada parecía indicar que la consulta pudiera evacuar resultados negativos. Sin embargo, en la recta final de la campaña se abrió a la luz pública un hecho relacionado con la vida privada del presidente Morales, cuyo impacto de percepción social fue determinante. Más tarde se demostró que la escandalosa “denuncia” se basaba en mentiras flagrantes. Pero era ya tarde para revertir la decisión emocional de la gente en las urnas.En el caso del brexit, el premier David Cameron buscaba validar lo que se daba por sobrentendido: la pertenencia de Gran Bretaña a una comunidad política y económica en construcción, en general exitosa, pese a sus dificultades operativas. El contexto internacional de las masivas migraciones procedentes de regiones en conflicto bélico, buscando refugio en países europeos, fue instrumentalizado por sectores conservadores como una “amenaza” al orden social y cultural, con un discurso que cuajó fácilmente en la población adulta mayor, sin mayores aspiraciones ni conciencia de futuro. El triunfo del brexit, también muy estrecho, fue celebrado al calor de un patriotero espíritu nacionalista, pero sus consecuencias para los jóvenes británicos y europeos en general serán devastadoras para su perspectiva laboral y de desarrollo. En Colombia, otro referéndum registró mayoría por el No a la paz; increíble. Con el propósito urgente de dar fin al sinsentido de la guerra tras 50 años de enfrentamientos con miles y miles de muertos, desplazados y afectados, el presidente Santos se empeñó en un proceso de pacificación, complicado pero posible, que concluyó con un acuerdo sobre el que los colombianos fueron llamados a pronunciarse. Los profetas de la guerra dispusieron su artillería para tumbar el sentido común, confundiendo justicia con venganza en el imaginario social, sobre todo de regiones donde la conflagración fue siempre solo noticia. Y si no hubiera sido el Premio Nobel de la Paz que restituye la honra al paradigma pacificador, hoy seguirían ufanas de su “victoria” las voces más reaccionarias de todo el continente. En Estados Unidos fue elegido presidente un candidato que durante su campaña agravió a los mexicanos, amenazó a los inmigrantes, garantizó un muro fronterizo, exhibió misoginia y racismo, y prometió restablecer la “grandeza” de su nación como matón de barrio. Lo asombroso es que aunque su adversaria en las urnas le sacó más de 2,5 millones de votos de ventaja, el anacrónico sistema electoral estadounidense determinó que esa mayoría poblacional deba someterse a un proyecto peligroso para todo el planeta. A juzgar por los casos referidos, hoy en día los procesos electorales los ganan o pierden los estrategas de campañas, no los votantes propiamente. La soberanía en las decisiones de la gente está siendo violada por macabros procedimientos mediáticos que condicionan, distorsionan y sustituyen realidades.Y es “legal” hacerlo, en nombre de la sagrada “libertad de expresión”. Algo no está bien.