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Cuidado con “hacer el oso”

en la Cumbre de las Américas, cuando desde España dos personajes (también de alto coturno) “amenazaron” a la Argentina por una decisión tan soberana como la de estatizar su empresa petrolera, vendida en mala hora a la transnacional Repsol S.A, de la cual dudamos que ni siquiera su...

en la Cumbre de las Américas, cuando desde España dos personajes (también de alto coturno) “amenazaron” a la Argentina por una decisión tan soberana como la de estatizar su empresa petrolera, vendida en mala hora a la transnacional Repsol S.A, de la cual dudamos que ni siquiera su presidente sepa con certeza la nacionalidad de sus accionistas.Porque Repsol es una sociedad anónima desde 1989 cuando fue privatizada. Las acciones de Repsol, S.A. se cotizan en la bolsa de Nueva York y su propietario principal bien puede ser el especulador nacido en Hungría y nacionalizado estadounidense George Soros, o el también célebre Marc Rich, de cuya nacionalidad ya nadie sabe porque la de Estados Unidos se la quitaron.Es ridículo, entonces, que Hungría, Estados Unidos o quien sea pudiera “romper relaciones” con la Argentina si ese país resuelve estatizar sus bienes. ¿Qué tal que decidiera, por ejemplo, revertir las ingentes cantidades de territorio argentino que tiene Benetton y que Italia le amenazara con “romper relaciones”?Entonces, lo que están haciendo esos personajes españoles es algo ridículo y se han merecido la indignada respuesta de muchos, en todo el mundo, y entre ellos la del laureado politólogo argentino Atilio Borón, cuyas opiniones se pueden leer en esta misma edición.Y no es que nos estemos metiendo en peleas ajenas, que es otra forma de hacer el oso, porque precisamente Repsol opera en Bolivia y no es imposible que en algún momento se decida realizar una auditoría para verificar que esté cumpliendo lo que se comprometió como contratista.Claro que, realizada la interventoría, luego tendría que hacérsela conocer a toda la ciudadanía y no hacer el oso y mantenerlas escondidas, como han hecho ya aquí últimamente con otra auditorías, manejándolas con un sigilo que ya ni en los bancos es aceptable, salvo en los cuestionados paraísos fiscales, donde se lava todo lo imaginable, incluidos capitales que nadie sabe cómo se acumularon, si traficando armas o sustancias ilegales, o comprando acciones de sociedades anónimas en alguna de las bolsas que se ocupan de ello.Hay varias transnacionales actuando en diversos lugares del mundo. Son empresas de distinto origen, generalmente europeo o estadounidense, y existen ahora varias brasileras muy conocidas por nosotros e inclusive una colombiana que se encarga de asuntos relacionados con la energía eléctrica en el continente.Cuidémonos entonces de hacer el oso nuevamente, porque, como dijimos reconociendo la paja en ojo propio, aquí también lo hicimos ya en el asunto de las mentadas auditorías petroleras, manejadas con tanto sigilo y luego silencio, como si fuéramos a olvidamos de eso.Pero afortunadamente (o lamentablemente, para otros) existe buena memoria y la tecnología moderna ayuda mucho.Insistimos: cuidado con “hacer el oso”.

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