Viendo el pasado con mirada circular: Carlos Montenegro y la Cuestión Nacional

El marxismo ha tenido, desde su mismo origen, una visión universal antes que local, priorizar la clase antes que la nación. Para el marxismo no tiene ni tenía sentido fijarse en las miserias nacionales, sino en uno de los ingredientes común a todas las comunidades-el proletariado- por eso...

El marxismo ha tenido, desde su mismo origen, una visión universal antes que local, priorizar la clase antes que la nación. Para el marxismo no tiene ni tenía sentido fijarse en las miserias nacionales, sino en uno de los ingredientes común a todas las comunidades-el proletariado- por eso aquello de ¡proletarios del mundo, uníos!, que fue el grito de batalla que adquirió una situación casi divina. Sin duda, éste fue el primerísimo aporte, aunque resulte grotesco, a lo que luego se dio el nombre de globalización.Para el marxismo, la clase social era y es el punto de partida de cualquier análisis y posterior menjunje; la clase tiene una connotación universal, no tiene fronteras; la clase en lo que vale, sirve y-en definitiva- permanece, no importa cómo ni cuando; el resto no tiene relevancia, puro apéndice, sin contenido. En términos políticos modernos, la clase es transversal, sin frontera, abarca a todas las naciones. Encima de ella, nada; todo siempre, abajo.Ante esta ficción-que ha amargado al mundo entero durante siglos-surgió revalorizado el concepto de Nación, que conlleva otro contenido, más lógico. La Nación es la sumatoria de todas las clases sociales que habitan un espacio geográfico, cuyo máximo interés es mantener su propia soberanía, el resto son pamplinas. Ese es el fondo, el principio básico del Nacionalismo, en las palabras de Carlos Montenegro, matizadas luego por René Zavaleta:”... no ser como los que se sienten clase en vez de sentirse Nación”. Y éste es el punto central del zafarrancho en el que nos metieron los trostskos trasrroscados, transformados ahora en ultranacionalistas indigenistas. La Nación, claro está, no puede fijarse en la clase, sino en el conjunto; la clase separa, la Nación engloba; la clase aleja, la Nación cohesiona; la clase divide, la Nación une. Justo ahora, todo esto viene a cuento pues nos encontramos con un gobierno neopopulista aclorático cuyo Presidente se ha declarado oportunamente marxista-leninista, es decir, que prioriza la clase y no la Nación; a lo que se suma ese “asuntito” del drama del racismo y de lo originario y del odio y la venganza. Un marxista que cree que la lucha de clases es el motor de la historia y la luz del nuevo amanecer, al estilo de Sendero Luminoso que vaya si iluminó al Perú en su momento. Ante la ausencia de análisis de la cuestión nacional desde sus orígenes, ha impedido comprender a los conspicuos fundamentalistas de la diversidad el significado de Estado-Nación en nuestra República y ahora nos encontramos en un confuso laberinto de un “proceso” que nos está partiendo la rabadilla a través de enfrentamientos de unos contra otros sin sentido, sin ápice de criterio que a título de clase y raza terminará por reventarnos el alma descuartizando la Patria.Por todo esto creo que el gobierno ya ha tomado una definición clara y ha escogido a la clase sobre la Nación; al libro “El Capital” y no al ensayo “Nacionalismo y Coloniaje” donde en un examen técnico-doctrinal toca magistralmente el significado del surgimiento de BOLIVIA como Nación; a la lucha de clases en vez de la alianza de clases; al Materialismo Histórico que subestima la importancia de “lo nacional” y no al Nacionalismo; ha preferido a Marx desechando a Montenegro y otros abanderados del Nacionalismo boliviano como Paz Estenssoro, Céspedes, Almaraz Paz, Zavaleta, Cuadros Quiroga, Guevara Arze, Armando Arce que con su lucha ideológica y revolucionaria hicieron posible la estrepitosa explosión social de la Revolución Nacional (Abril/52), proceso que puso a Bolivia en la senda de las naciones modernas demostrando que es la fórmula más próxima para sacar a Bolivia de la dependencia y el subdesarrollo.A 59 años de la muerte de Montenegro (11 marzo de 1953), es necesario leer y releer su obra “Nacionalismo y Coloniaje” en la cual se rescata ese latido unitario que siente el pueblo boliviano de ser una Nación todo lo diversa que se quiera, pero única y una en su diversidad. Pero si Montenegro escuchara las cosas que se solazan en decir los fundamentalistas de la diversidad, seguramente se revolcaría en su tumba.

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