México lindo y querido

Pero hoy, cuando pensamos en México ya no podemos asociarlo con el “lindo y querido” de Jorge Negrete, sino con el infernal escenario de una guerra absurda, porque, como dice Laura Carlsen hay muchas clases de guerra. La imagen clásica de un soldado uniformado despidiéndose con un beso de...

Pero hoy, cuando pensamos en México ya no podemos asociarlo con el “lindo y querido” de Jorge Negrete, sino con el infernal escenario de una guerra absurda, porque, como dice Laura Carlsen hay muchas clases de guerra. La imagen clásica de un soldado uniformado despidiéndose con un beso de su mamá para arriesgar su vida en el campo de batalla ha cambiado dramáticamente. En las guerras de hoy, es más probable que la mamá será la que pierda la vida.Inclusive el Programa de Desarrollo de la ONU ha declarado que para mediados de la década de los noventa, 90% de las bajas de guerra eran civiles– en su mayoría mujeres y niños. La guerra contra las drogas en México es un buen ejemplo de las nuevas guerras sobre poblaciones civiles que borronean las líneas entre combatientes y ponen a sociedades enteras en la línea de fuego. De las más de 50.000 personas muertas por la violencia relacionada con esta guerra, la gran mayoría son civiles.En un país donde sólo 2% de los crímenes son investigados, juzgados y sentenciados, el gobierno mejicano sacó esta cifra de la manga. No hay informe oficial sobre por qué estos miles fueron asesinados. Cuando sus cuerpos son encontrados en tumbas masivas sin marcas, nadie ni siquiera sabe quiénes eran. Con la violencia como norma, las ejecuciones pueden –y lo hacen- buscar como objetivos a líderes de origen popular, defensores de derechos humanos, pueblos indígenas, y juventud rebelde, bajo el manto de la guerra contra el narcotráfico”.Pero esa absurda guerra no es la única calamidad que azota a México (al ALCA le dedicaremos capítulo aparte). Otro comentarista también muy atinado, Daniel N. Moser, en una nota titulada “Pienso, luego estorbo” plantea que “desde hace aproximadamente 30 años, cuando se impuso en el mundo y en México el neoliberalismo –que es una ideología, no simplemente una corriente económica–, los partidos políticos se han venido transformando en franquicias comerciales. Políticos “profesionales” se postulan a cargos de elección popular para representar a la ciudadanía, pero no terminan de asumir el cargo cuando se olvidan de sus electores, si es que alguna vez los consideraron seriamente. En los hechos, responden en bloque a los intereses de quienes controlan la franquicia, no a los de quienes se suponen representarían”.Ese panorama no es solo mexicano, sino casi global, con muy pocas, poquísimas excepciones, y en el caso mexicano, a cinco meses de sus elecciones presidenciales, en julio próximo, no se percibe ni un desello de optimismo. El mismo Moser hace hincapié en que la participación activa en los acontecimientos políticos sigue siendo poca. Es más fácil criticar lo que otros hacen o dejan de hacer, pero también es irresponsable. Ese “guante”, aunque duela, nos cae a muchos, en varios países.

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