TIPNIS y los caminos de la dignidad

que algo deben saber del tema, sino también las damas grises (o Rosadas) de Riberalta, los boy scouts de Montevideo y los entomólogos panameños, es decir, gente que no está discapacitada de ninguna manera ni tiene nada que ver con ese asunto, pero tiene compulsión por opinar, sobre ese y...

que algo deben saber del tema, sino también las damas grises (o Rosadas) de Riberalta, los boy scouts de Montevideo y los entomólogos panameños, es decir, gente que no está discapacitada de ninguna manera ni tiene nada que ver con ese asunto, pero tiene compulsión por opinar, sobre ese y sobre cualquier otro tema. El asunto, ya lo dijimos, pasa porque realmente los mismos discapacitados beban un poquito de dignidad. La responsabilidad del Estado es, para este objetivo, garantizar su educación y formación humanas en las mejores condiciones posibles, pero no acceder a bonos que afectan, por el contrario, la dignidad humana.Sucede más o menos lo mismo que con los caminos, los que van a atravesar parques naturales o los que deben unir al Chaco con otras regiones. Hablan de ellos todos, no siempre porque sepan del asunto ni les interese realmente, sino porque, los políticos por ejemplo, aprovechan la ocasión para desahogarse de sus afectos o de sus odios particulares, cuando en realidad quienes deberían hablar, a conciencia, son los ingenieros, que precisamente se reunieron a mediados del mes pasado en Tarija, dijeron que se ocuparían del tema caminero y nosotros, los medios de comunicación social, no volvimos a ocuparnos de eso.Nos imaginamos que los ingenieros sí lo hicieron y llegaron a algunas conclusiones, que la opinión pública debería conocer. Para eso estamos los medios y no para que se nos utilice como reproductores de ideas, no siempre lúcidas, con el prurito de la libertad de expresión.Nuestra opinión es que en el mentado “caso TIPNIS” la carretera debe hacerse aunque sea por el medio del parque natural, pero tomando recaudos para evitar lo que los opositores a esa ruta alegan, es decir, evitando la penetración cocalera o eliminando o al menos minimizando los daños a la naturaleza y vigilando cuidadosamente la ejecución de la obra. Mejor si no la hace la sospechosa brasileña OAS y se la encarga a empresas bolivianas con precios bolivianos, sin sombras de recargos dudosos. Esto hace también al ejercicio de la dignidad, pero del Estado boliviano. Esas cosas son prevenibles. Lo que no se puede hacer es construir una carretera por la ruta más larga. La hace inviable económicamente, tanto a corto (costo de construcción) como a largo plazo (costos de transporte), entre otros factores.Eso es lo que seguramente opinarían los ingenieros, pero es también lo que señala el sentido común, que lamentablemente sigue siendo el menos común de los sentidos.Y en ese orden de ideas nos enfrascamos en las consecuencias y descuidamos las causas de lo que nos afecta. Sin ir más lejos, la presencia de cocaleros y de cultivos de coca en el trópico cochabambino se debe al cierre masivo de minas, porque los minerales bajaron de precio y no tuvimos la precaución de desarrollar a tiempo la metalurgia. No nos dejaron, durante siglos, tener nuestros propios hornos de fundición, que habrían evitado ese desplazamiento hacia el trópico, donde por cierto no se adaptaba bien la coca yungueña, y por eso hasta el gobierno tuvo que apoyar la traída de coca peruana, de Trujillo concretamente.Y ahora nos estamos lamentando de las “consecuencias”. No todos, nos deberíamos decir, porque otros mientras tanto hacen jugosos negocios.Ya deberíamos haber aprendido. Pero no, seguimos repitiendo errores.

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