Preocupaciones de aquí y de allá

Sucede que son avionetas brasileras las que “vienen” a Bolivia para buscar esa droga que sus paisanos consumidores demandan, posibilitando así el negocio de delincuentes colombianos, mexicanos, peruanos… y brasileros que están en esa turbia actividad.Aquel desatinado “diplomático”,...

Sucede que son avionetas brasileras las que “vienen” a Bolivia para buscar esa droga que sus paisanos consumidores demandan, posibilitando así el negocio de delincuentes colombianos, mexicanos, peruanos… y brasileros que están en esa turbia actividad.Aquel desatinado “diplomático”, Murilo Vieira Komnisky, (no sabemos si continúa “trabajando” en la embajada brasilera en La Paz) llegó a decir que el incremento de consumidores de cocaína en su país era un “efecto colateral” de haber sacado de la pobreza a 30 millones de personas. “La llamada nueva clase media pasó a tener acceso a la cocaína y a una droga relativamente barata que es el crack” (residuo de la cocaína), señaló Murilo Vieira, según reprodujo el periódico brasilero “Valor”. Cualquier podría pensar, en ese orden de ideas, que entre volverlos drogadictos o dejarlos en la pobreza, era preferible dejarlos en la pobreza.Y ahora nos informa la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico, FELCN, que  existen por lo menos mil pistas de aterrizaje clandestinas en todo el territorio boliviano, la mayor parte usadas por traficantes de drogas extranjeros que emplean aviones Cessna 206 para sacar cargamentos de más de una tonelada de cocaína.O sea que la demanda provocada por “nuevos ricos” brasileros, está causando que avionetas brasileras vengan clandestinamente a transportar una cocaína, que no tendría tanto estímulo para ser producida, si no existiera la demanda concreta para consumirla y en medio de ambos protagonistas, la delincuencia organizada para atender ese mandato imperativo del mercado, esta vez en un “negocio” que debería incriminar tanto a los que venden como a los que compran y a los que trafican. Por su parte, el representante de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDC), César Guedes, había “explicado” a la prensa que “Bolivia ahora es un problema de Brasil, no es un problema de Estados Unidos, porque la droga boliviana está en la puerta brasileña y muy lejos de la puerta (norte) americana”.Según Guedes, “Brasil es un país de casi 200 millones de habitantes, donde se calcula que hay un millón de consumidores”.¿Quién tiene que ocuparse de ese creciente mercado? ¿Nosotros o las autoridades brasileras?Un millón de consumidores es un mercado importante para cualquier cosa, sea una pasta de dientes, un champú o ese polvito que altera la conciencia y produce aparentes energías adicionales, que es lo que más buscan quienes lo consumen en la ultra-competitiva sociedad norteamericana. A la cual, por lo visto, está comenzando a imitar en varios aspectos parte de la sociedad brasilera. Es la misma parte que debe estar preocupada (y ocupada) por organizar el próximo campeonato mundial de futbol y no porque Brasil haya sido declarado el segundo país en el planeta con mayor desigualdad social.Bueno, allá ellos con sus ocupaciones y preocupaciones. Nosotros, aquí, tenemos las nuestras.

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