CELAC: Reto continental

Treinta años después el sistema del libre mercado en lo financiero y mercantil, suprimiendo las regulaciones gubernamentales y los principales derechos de los trabajadores, ha colapsado; la eliminación de los subsidios y la política de privatización, sobre todo de los servicios, han sido un...

Treinta años después el sistema del libre mercado en lo financiero y mercantil, suprimiendo las regulaciones gubernamentales y los principales derechos de los trabajadores, ha colapsado; la eliminación de los subsidios y la política de privatización, sobre todo de los servicios, han sido un atentado mortífero hacia los pobres y los más pobres. Los países de América Latina y el Caribe, como todos los países en vías de desarrollo, han sufrido y siguen sufriendo los estragos fulminantes de esta crisis de un sistema basado en la especulación usurera de los más ricos del planeta.Con la finalidad de imponer la pobreza a los más pobres, el Fondo Monetario Internacional FMI, agente del imperialismo, pone por delante la política “antiinflacionaria” de los recortes fiscales, principalmente del gasto social en educación, salud, fomento del empleo, seguridad, sanidad, vivienda, etc. El Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo continúan con los préstamos condicionados al buen comportamiento “democrático” o mejor dicho restringidos a la subordinación de los gobiernos a los designios del imperialismo. La valiente denuncia del presidente de Ecuador Rafael Correa dio cuenta de ello, retirándose de la XXI Cumbre Iberoamericana de Asunción, Paraguay, a fines de octubre pasado, ante la presencia de los funcionarios del Banco Mundial a quienes exigió pedir disculpas por los daños ocasionados a nuestros países.En este contexto general, repetido año tras año, período tras período, los gobiernos progresistas de América Latina y el Caribe se vienen imponiendo la tarea de gobernar apostando por los objetivos del desarrollo social y económico, donde las recetas imperialistas neoliberales del crecimiento por apropiación y depredación de los ingentes recursos naturales de la región chocan directamente con los intereses de los pueblos. Los intentos de articular una política integracionista son variados y tal vez el de mayor impacto económico sea MERCOSUR, aunque el esquema repite en gran parte los modelos regionales mundiales. Sin embargo, este esquema va cediendo terreno a concepciones nuevas, mucho más cercanas a la realidad continental de los países en vías de desarrollo, pues la amplitud de criterios contribuye al fortalecimiento general de los grandes y los pequeños. Los desafíos de la crisis económica y financiera mundial obligan a nuestra región a protegerse enfrentando la intervención, el dominio y hasta las posibles agresiones del imperialismo norteamericano. Las crisis cíclicas del desarrollo capitalista-imperialista no son nuevas y esta última de profundidad incalculable no debe arrastrar en su corriente a la América Latina y el Caribe.De la comprensión histórica de esta problemática, en la perspectiva independiente y soberana, nace y se consolida la necesidad de la unidad e integración política solidaria, económica, social y cultural, que constituye la puesta en marcha de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños – CELAC. Nuestros países recogen varios procesos integracionistas, regionales y subregionales, que hoy deben cimentarse en uno solo respetando la pluralidad de los proyectos, única manera de alcanzar un desarrollo sostenido de crecimiento con equidad distributiva, inclusión social y eliminación de la pobreza extrema. Estados Unidos, en nombre de una democracia y libertad inexistentes en su propio país, donde esas palabras sirven sólo a los ricos y poderosos, no puede atropellar las legítimas aspiraciones de los pueblos de los 33 países incorporados en CELAC, cuyos objetivos comunes están destinados a la construcción de sociedades equilibradas, realmente democráticas, soberanas y libres, respetuosas de los derechos ciudadanos, los valores morales y los derechos humanos.El reto continental de tirar a andar CELAC no puede quedar sólo en la parte declarativa ni en los buenos deseos de los soñadores. La tarea es orgánica y concreta, debe pisar tierra en lo inmediato. Si bien en Caracas, los días 2 y 3 de diciembre pasado, quedó consolidado el organismo, hoy debemos impulsar el compromiso de las naciones inyectando recursos económicos, creando enlaces comerciales y de intercambio, trabajando en el establecimiento de una sede o Secretaría General, promoviendo organismos especializados de cooperación y asistencia recíproca, sembrando la conciencia social y cultural de la paz contra el colonialismo, estableciendo programas de erradicación del hambre y la pobreza, avizorando la construcción de un mundo sin hegemonías unipolares. La necesidad de avanzar mediante principios transparentes de cooperación latinoamericana y caribeña constituye el gran reto continental, a pesar de las asimetrías que deben ser superadas a través del diálogo, la concertación y la solidaridad. En esta gran tarea el Banco del Sur y el fortalecimiento de la Nueva Televisora del Sur, bajo el auspicio de los gobiernos de Argentina, Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua, Uruguay y Venezuela, son ejemplos a seguir; y los demás países integrantes de CELAC deben poner el hombro.

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