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Buenos eran “los de antes”

Eso que seguramente ha motivado más de un colerón doméstico tiene  nombre técnico: Se llama “obsolescencia programada”.Sobre el tema podemos comentar no solo ese documental español, sino varios ensayos publicados por escritores nuestros, entre los cuales destacan los de Eduardo...

Eso que seguramente ha motivado más de un colerón doméstico tiene  nombre técnico: Se llama “obsolescencia programada”.Sobre el tema podemos comentar no solo ese documental español, sino varios ensayos publicados por escritores nuestros, entre los cuales destacan los de Eduardo Galeano.Debe ser por eso tan popular la exclamación que asegura que “buenas… eran las de antes” refiriéndose en la misma forma a las máquinas de coser Singer que a las cuchillas para afeitar Gillette o alguna otra máquina, utensilio doméstico o casi cualquier objeto para uso frecuente.No se trata de nostalgia ni de que nos estemos volviendo quejumbrosos. Dicen los que estudian economía que esto responde simplemente a la actual tendencia que en todo el mundo ha impuesto el capitalismo salvaje de emplear técnicas que nos lleven a consumir, si no compulsivamente, sí a hacerlo porque se tiene que reponer un producto que inesperadamente falla.Está establecido sin lugar a dudas que la obsolescencia programada es “sencillamente” el empleo de la tecnología para deliberadamente diseñar tanto los materiales de los que están hechos los productos que se fabrican, así como a éstos mismos, para que en un tiempo breve (a veces incluso semanas), fallen y dependiendo del precio que hayamos pagado por ellos, que se deban reparar, cambiando algunas piezas o, lo más extremo (muchas veces la única solución), reemplazarlos completamente por otro nuevo.Peor aún. A veces ni siquiera es necesario que e3l aparato en cuestión falle. De todas maneras nos inducirán a desecharlo porque ya no está “de moda”. Los padres de adolescentes, sobretodo, saben cuán intensa puede serla presión de un hijo o una hija por estar a la moda, puesto que se ha logrado hacer creer, valiéndose de manipulación psicológica, que si no lo está no es “popular”, no logra tener amigos y peor aún es incapaz de aspirar a un romance.Con algunos productos de tecnología reciente, el caso llega a niveles críticos. Eso sucede por ejemplo, con otros productos, tales como los teléfonos celulares, los que, es lo de menos, se da por sentado, sirven para hablar, pero eso ya no es lo importante entre los consumidores, sino que estén equipados con cámara, juegos, Internet o modem para conectarse al facebook… se usan muchos ya incluso como pequeñas computadoras más que, propiamente, como teléfonos para llamar.Y así, se podrían citar tantos ejemplos en donde, gracias a la manipulación psicológica mencionada antes, se logra que los productos no sólo pasen de moda, sino que vayan evolucionando sus características.De manera que cuando le suceda algo de lo que aquí comentamos, no se ponga furioso, pero tampoco lo tome a la ligera. No se trata de “mala suerte” ni nada por el estilo. La obsolescencia está programada.

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