La terca discriminación

La discriminación de la mujer, en todo caso, es todavía hoy una realidad, compleja pero de ninguna manera “natural” y por lo tanto es susceptible de muchas batallas sociales pendientes.Porque el machismo engloba el conjunto de actitudes, conductas, prácticas sociales y creencias destinadas...

La discriminación de la mujer, en todo caso, es todavía hoy una realidad, compleja pero de ninguna manera “natural” y por lo tanto es susceptible de muchas batallas sociales pendientes.Porque el machismo engloba el conjunto de actitudes, conductas, prácticas sociales y creencias destinadas a justificar y promover el mantenimiento de conductas percibidas tradicionalmente como heterosexualmente masculinas y, esencialmente, discriminatorias contra las mujeres.Hay estudios, investigaciones, campañas, pero es evidente que el avance es todavía lento y falta mucho para lograr equidad, entre otros en el campo laboral.Por siglos ha sido un hecho indiscutible: las mujeres reciben menor sueldo que sus pares hombres. Un estudio reciente ubica a Latinoamérica como la región con mayor diferencia de salarios entre ambos sexos. ¿La causa?: discriminación resultante de una cultura machista.La educación machista se mantiene en las escuelas y en la propia familia y en complejos procesos de enculturación se trata de justificar y continuar el orden social existente. Eso incluye considerar como valores positivos la sumisión al marido, el matrimonio y la procreación como una forma preferente de autorrealización. Hasta los movimientos de emancipación femenina de hace pocas décadas,  muchas de las más “afamadas” escuelas universitarias y profesionales no admitían mujeres y basta citar como ejemplo a las “rancias”  Princeton, Yale, Harvard, Oxford y Cambridge.Herencia directa de esa actitud discriminatoria es la todavía notoria desigualdad laboral actual. En este contexto, un estudio de la Universidad de Chile, afirma que la diferencia salarial se observa en más de un tercio de la población de trabajadores de Latinoamérica. “Por ejemplo, aquellas que estudiaron agronomía suelen recibir una remuneración 31% inferior que los hombres, las contadoras un 34% y las periodistas un 10%”, sostiene el estudio.Otra investigación, mucho más próxima y mucho más concreta, realizada en El Alto por el Centro de Promoción de la Mujer “Gregoria Apaza” estableció que el 74 por ciento de la población de esa ciudad (más de 700 mil habitantes) se dedica al comercio informal, es decir, son gremiales, y que la gran mayoría, casi un 90 por ciento, son mujeres, quienes en muchos casos, según la investigación, ganan seis bolivianos diarios, monto que no les sirve “ni siquiera” para alimentar a sus familias.Estamos hablando de compatriotas que como “cuentapropistas” ganan mucho menos que el “mínimo básico” y que no tienen acceso a un seguro de jubilación, no tienen ningún beneficio social, no tienen ningún seguro médico, tiene que trabajar en las calles junto a sus hijos porque no hay guarderías.Esa es la terca realidad que hay que “cambiar”, no solo donde se han hecho investigaciones como las de El Alto, sino en otros lugares del país donde ni siquiera se investiga la cuestión. Y mientras no sea realidad ese cambio, todo lo demás sonará a hueco.

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