Cuando opinan los Nobel

El Premio Nobel a La Paz, especialmente, se ha convertido en un indicador de tendencias políticas ahora mas notoriamente globalizadas.Pero no es propiamente al Nobel de La Paz al que queremos referirnos, sino al de economía que, como se sabe, no fue creado por el ilustre sueco, sino por el...

El Premio Nobel a La Paz, especialmente, se ha convertido en un indicador de tendencias políticas ahora mas notoriamente globalizadas.Pero no es propiamente al Nobel de La Paz al que queremos referirnos, sino al de economía que, como se sabe, no fue creado por el ilustre sueco, sino por el Banco Central de Suecia para ser luego “integrado” a los que maneja la Fundación.Lo que nos llama es que dos de los más recientes galardonados con ese premio Nobel de Economía han resultado duros críticos al modelo económico dominante en el planeta y particularmente al protagonismo bancario-financiero en ese modelo. Nos referimos a Paul Krugman y a Joseph Stiglitz.Y no es en forma suave ni elogiosa como se refieren a esos temas. Krugman, por ejemplo, en un reciente escrito a propósito de la “Ocupación” de Wall Street por gringos “indignados”, sostiene que “el hecho de que las manifestaciones no solo hayan continuado, sino que además hayan crecido acabaran volviéndolas demasiado importantes para ignorarlas”. “Ocupa Wall Street” empieza a parecerse a un acontecimiento importante que, con el tiempo, incluso podría llegar a considerarse un punto de inflexión”, agrega.No solo con su indiscutible autoridad sobre el tema, sino haciendo gala de su condición de docente en la universidad de Princeton, Krugman sintetiza la crisis actual así: “En el primer acto, los banqueros se aprovecharon de la liberalización para desmandarse (y pagarse unas espléndidas sumas), inflando unas enormes burbujas mediante unos préstamos temerarios. En el segundo acto, las burbujas se pincharon, pero los contribuyentes rescataron a los banqueros, con muy pocos compromisos a cambio, aunque los trabajadores normales y corrientes seguían sufriendo las consecuencias de los pecados de los banqueros. Y en el tercer acto, los banqueros mostraron su agradecimiento volviéndose contra la gente que les había salvado y proporcionando su apoyo -y la riqueza que seguían poseyendo gracias a los rescates- a los políticos que prometieron mantener sus impuestos bajos y eliminar la moderada normativa que se estableció a raíz de la crisis.Stiglitz, por su parte sentencia que la receta para el mal que aqueja a la economía global está en sólidos programas de gasto público que apunten a facilitar la reestructuración, promover el ahorro energético y reducir la desigualdad; y junto con esto, una reforma del sistema financiero internacional que cree alternativas a la acumulación de reservas”.Con seguridad que esto derivará en una cascada de comentarios, no siempre atinados, pero sí útiles para definir actuaciones. No sólo de quienes gobiernan, sino también de quienes los eligieron para gobernar.En el subtema de las reservas internacionales, por ejemplo, aquí, en Bolivia, tenemos aún mucho por decir y por hacer.

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