Gano y pierdes, adhesiones y madre tierra

cuando reiteradamente desde el corazón de palacio gubernamental se expresa “no hay la más mínima posibilidad de que la carretera no pase por el centro”. Posición que desde el inicio del conflicto se ha mantenido y ha reflejado una actitud competitiva de “gano y pierdes” en la que es...

cuando reiteradamente desde el corazón de palacio gubernamental se expresa “no hay la más mínima posibilidad de que la carretera no pase por el centro”. Posición que desde el inicio del conflicto se ha mantenido y ha reflejado una actitud competitiva de “gano y pierdes” en la que es imposible construir confianza y entendimiento mutuo.El diálogo que esperamos las personas, instituciones, familias y ciudadanos que cada día nos adherimos con este conflicto, es porque sentimos que la violencia, la intolerancia y la indiferencia priman desde los actores representativos del Estado, donde se busca a toda costa defender y convencer por encima de escuchar, indagar y explorar otras opciones más equitativas y que enmarcadas en un sistema más amplio como es nuestro planeta.Esta idea y seguramente muchas otras han llevado en los últimos días ha muchas personas y por distintos medios (marchas, redes sociales, noticias, etc.) ha adherirse a la causa del TIPNIS, porque se han sentido interpelados por la defensa de un objetivo mayor como son la democracia y el medio ambiente, bienes comunes a todos los ciudadanos, y porque también imaginamos que en nuestro país y en cualquier lugar del mundo, el diálogo debiera ayudar a la creación de nuevas capacidades humanas y políticas para la resolución constructiva de conflictos como para la transformación de las relaciones humanas. Finalmente, retomo algunos desafíos del diálogo, que estudiosos y practicantes insisten debiera darse: 1) ocuparse de la complejidad, 2) coordinar el significado, 3) producir innovación, 4) posibilitar la deliberación y 5) producir resultados sostenibles.Por otro lado, es preciso ver este conflicto en su dimensión ambiental, ya que la carretera atravesara el TIPNIS en dos y como consecuencia se producirá un deterioro ambiental de alto impacto, que todos sabemos el Estado no podrá evitar porque con la sola promulgación de leyes, no se garantiza la conservación de la biodiversidad existente y todavía desconocida, no se previene la deforestación y el avasallamiento, ni mucho menos evitara el impacto en la vida de los pueblos indígenas que habitan el lugar y que tienen cosmovisiones que incluyen la defensa de su territorio y medio ambiente. Sumado a los discursos, campañas y leyes que el Presidente Evo Morales ha manifestado acerca del vivir bien como paradigma alternativo al capitalismo depredador que sobreexplota los recursos naturales finitos en pos del “desarrollo” económico ilimitado, y la frase célebre “la responsabilidad más importante de la humanidad en el Siglo XXI será aprobar los derechos de la Madre Tierra para evitar la catástrofe del mundo”. Finalmente, este conflicto muestra la complejidad de las relaciones jurídicas, institucionales, políticas y culturales que tienen los pueblos indígenas con sus territorios, y también revela que a pesar de tener más de 15 años con legislación ambiental y con la práctica de estudios de evaluación de impacto ambiental no se tenga aún la conciencia del impacto que tienen las actividades humanas sobre el medio ambiente con sus múltiples consecuencias. El Tipnis es un parque, un área protegida y un territorio indígena…  argumentos más contundentes para su conservación no existen.

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