Si de derechos humanos hablamos…

Es su función. Pero que lo hagan en Washington es una extravagancia tragicómica. Expliquémoslo:Hace pocos días nos referíamos a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, una de las “entidades especializadas” que operan dentro del sistema de la Organización de Estados Americanos, OEA,...

Es su función. Pero que lo hagan en Washington es una extravagancia tragicómica. Expliquémoslo:Hace pocos días nos referíamos a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, una de las “entidades especializadas” que operan dentro del sistema de la Organización de Estados Americanos, OEA, desde Washington, por supuesto, porque desde más cerca se escucha mejor la voz del amo. Lo que no dijimos en esa oportunidad es que no es el único instrumento de la OEA en materia de Derechos Humanos. Hay otro, la “Comisión Interamericana de Derechos Humanos”, que es una especie de hermana melliza de la corte.Pero dejemos por ahora lo relacionado con densidad burocrática y su relación inversa con la eficiencia y “focalicémonos” (como les gusta decir a los gringos) en los Derechos Humanos.  Y vamos primero al propio centro de funcionamiento de esas entidades especializadas: Washington.Sobre derechos humanos hay mucho pendiente allí y no son solo las “cárceles especializadas” que Estados Unidos sostiene en varios lugares del mundo, y aquí mismo, en América, en plena isla de Cuba, en ese territorio ocupado todavía por los estadounidenses que es Guantánamo.En Guantánamo se han comprobado atropellos contra los derechos humanos, porque allí están recluidos supuestos enemigos también “especiales” del sistema. Principalmente los capturados en algunos de los países árabes también ocupados por los Estados Unidos.El de Guantánamo es un caso extremo, que merece un tratamiento también especial para el análisis. Pero vayámonos más cerca, al inefable México, donde los carteles dedicados al tráfico de drogas están cometiendo genocidios. Ellos trafican droga pero no fabrican armas. Las armas las pone Estados Unidos, donde ese otro tráfico, el de armas, está respaldado por poderosas organizaciones civiles, incrustadas en lo más alto del gobierno federal.Pero dejemos también, por ahora, el asunto mexicano y veamos cómo los Estados Unidos siguen utilizando su “doctrina Monroe” que se sintetiza en el concepto “América para los (norte) americanos”  y según la cual si un país americano situado bajo la influencia de los EE.UU. amenazaba o ponía en peligro los derechos o propiedades de ciudadanos o empresas estadounidenses, el gobierno de EE.UU. está obligado a intervenir en los asuntos internos del país “desquiciado” para reordenarlo.Y la OEA es, en forma nítida, una herramienta para aplicar esa doctrina.No se entiende de otra manera que ante su “Corte” y su “Comisión” de derechos humanos “apelen” quienes en sus respectivos países  han perdido poder. Y así se entiende que uno de los últimos embajadores de Goni en Washington, Jaime Aparicio Otero, abogado además, haya solicitado “medidas cautelares” para los pueblos indígenas de Bolivia ante la Comisión de la OEA, para que intervenga en la marcha en defensa del Tipnis.Sería cómico, sino tuviera componentes trágicos como los de “octubre negro”, ante los cuales, por supuesto, ni tal corte ni tal comisión han movido un dedo. Ahí, como dice el refrán popular, hay mucha tela para cortar y lo iremos haciendo, poco a poco.

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