Gobernanza universitaria

- ¿A quién se le ocurre que quienes denuncian por injusto e ineficaz al Estado neoliberal chileno quieran confiarle toda la educación y el destino de la juventud ilustrada? Sería como poner la Iglesia en manos de Lutero. Los adolescentes comprenden algo que los políticos chilenos partidarios...

- ¿A quién se le ocurre que quienes denuncian por injusto e ineficaz al Estado neoliberal chileno quieran confiarle toda la educación y el destino de la juventud ilustrada? Sería como poner la Iglesia en manos de Lutero. Los adolescentes comprenden algo que los políticos chilenos partidarios del fundamentalismo y la desregulación neoliberal todavía no entienden: no es lo mismo social que estatal y público no significa gubernamental.Cuando se investigan las prácticas aplicadas en los países desarrollados en alguno de los cuales desde hace más de un siglo y en Europa hace 60 años atrás, en materia de educación se aplican políticas sociales y prácticas de administración escolar avanzadas, se descubre una variedad de desempeños que hicieron irrelevante el debate entre la educación pública y privada, todavía vigente en América Latina.Al margen de equívocos introducidos por confusiones estadísticas que registran la condición de las escuelas y universidades por el modo como se financian, asumiendo que son privadas todos las que no dependen de recursos públicos; enfoque que soslaya la existencia de esquemas de financiamiento y gestión que son sociales sin ser estatales. Ninguna escuela gerenciada por instituciones religiosas, sociales o por sus propios cuerpos de dirección es exactamente privada, aunque tampoco sea estatal.Prácticamente en ningún país de Europa la enseñanza general (primaria y media), es atractiva como negocio suficientemente lucrativo para incentivar la codicia de los capitalistas. Entre otras cosas, en esos países son estrictas las regulaciones y elevadas las exigencias y se trata de un área en la cual es difícil de competir con los estados que cuentan con mayores recursos que cualquier empresario privado.El hecho de que la enseñanza se financie con fondos públicos y el Estado dicte las leyes, asuma la función metodológica, establezca los reglamentos y uniforme el sistema, elabore los programas, certifique los textos, conceda licencias, inspeccione y realice auditorias, decida como ha de ser el menaje escolar, faculte a las instituciones para expedir títulos y jerarquías académicas, no significa que se haga recaer sobre los gobiernos la responsabilidad de administrar centralmente decenas de miles de escuelas, institutos y universidades.La mayoría de los países desarrollados se han abstenido de montar enormes, costosas e ineficientes estructuras burocráticas para operar centralmente el sistema escolar. En muchos, desde hace siglos, funcionan las juntas u otras estructuras rectoras de la educación, integradas por autoridades locales, maestros y profesores, padres, en algunos niveles estudiantes y notables de las comunidades. En la mayoría de los casos los presidentes de tales juntas que controlan por igual a escuelas privadas o públicas son electos.En las universidades, donde se trata de adultos, la administración escolar -privada y pública- tiende a estar descentralizada y es realizada bajo formulas de autogobierno por las cuales lucharon y vencieron los estudiantes y profesores desde los tiempos de la Reforma Universitaria de Córdoba, Argentina en 1918.Aquel fue, después de la independencia el primer movimiento político de alcance continental mediante el cual la comunidad universitaria confrontó la antediluviana dominación oligárquica y a sus expresiones en los ambientes académicos, luchando contra las prácticas autoritarias, procurando la separación del clero, la modernización, la liberalización, la democratización de la enseñanza y el autogobierno universitario.En muchos países los criterios de autonomía universitaria perdieron su contenido político original y se refieren ahora al cogobierno y a la dirección de los centros de enseñanza superior. Donde más se ha avanzado los claustros universitarios en coordinación con las organizaciones estudiantiles, las entidades que auspician los centros y las autoridades locales de educación, seleccionan a los rectores y establecen otros criterios de funcionamiento.A los estudiantes chilenos les ha tocado lidiar con gobernantes tan primitivos que discuten asuntos que ya había resuelto la Corona Española cuando dio a las universidades que fundaba carácter “real y pontificio”, es decir público. Más que tratar de resolver el problema de la educación en su país, el presidente Sebastián Piñera haría muy bien en dejar el asunto en manos de los que lo entienden.

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