Hagan juego, señores

Los juegos normalmente se diferencian del trabajo y del arte, pero en muchos casos estos no tienen una diferenciación demasiado clara.Por eso, las deformaciones del sentido esencial del juego pueden inclusive provocar patologías. Eso sin contar cómo el modelo de sociedad ahora imperante ha...

Los juegos normalmente se diferencian del trabajo y del arte, pero en muchos casos estos no tienen una diferenciación demasiado clara.Por eso, las deformaciones del sentido esencial del juego pueden inclusive provocar patologías. Eso sin contar cómo el modelo de sociedad ahora imperante ha hecho en muchas oportunidades del juego un magnífico negocio. Veamos los deportes “profesionales” y sin buscar mucho descubriremos quienes se enriquecen con ellos, que no son propiamente los deportistas.Pero donde más notoria es la deformación del juego, pasando de entretenimiento a negocio es en los juegos de azar y allí, precisamente, es donde se da la patología específicamente llamada ludopatía.La ludopatía es un impulso irreprimible de jugar a pesar de ser consciente de sus consecuencias y del deseo de detenerse. Se considera un trastorno del control de los impulsos, y por ello algunas organizaciones no lo consideran como una adicción. Pero en eso no hay unanimidad. El juego patológico, de todas maneras, se clasifica como trastorno del control de los impulsos, que también incluyen la cleptomanía (impulso irresistible de apoderarse de lo ajeno, robar, en una palabra), y la piromanía o impulso relacionado con el fuego, en grado agudo induce a provocar incendios.Quedamos, entonces, en que el juego, si bien puede aplicarse a fines benéficos, no es totalmente inocuo y por eso en muchos países, incluido el nuestro, los asuntos económicos ligados al juego fueron vinculados con la salud pública.Esto viene a cuento porque con seguridad se formará un alboroto por lo menos mediático (dudamos que llegue a bloqueo o a marchas) porque la autoridad pertinente sancionó a locales comerciales dedicados al juego de azar y decomisó casi medio millar de las “populares” máquinas tragamonedas.Esa máquina, atinadamente llamada “bandida de un brazo” fue inventada, obvio, por un estadounidense: Charles Fey de San Francisco, California, Estados Unidos, en 1887. Otra máquina, la ruleta, es un juego de azar típico de los casinos, y su nombre viene del francés roulette, que significa “ruedita” o “rueda pequeña”. Las ruedas, y por extensión las ruletas, siempre han tenido y tienen conexión con el mundo que algunos llaman “mágico” o esotérico.Lo relacionado con el juego no es, entonces, algo irrelevante y vincula en todo el mundo a poderosos intereses, no siempre legales y no siempre legítimos. Algunos inclusive han llamado al actual modelo de economía capitalista “Economía de casino” Es, en resumen, algo que los gobiernos (incluimos el nuestro) deben manejar con seriedad y con responsabilidad.

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