Vamos muchachos, entreguemos el Concejo

En situaciones normales, se hubiese aprovechado la oportunidad para que autoridades y beneficiarios puedan agradecer o agarrotar a los actores que intervinieron en la ejecución de la obra y que éstos actores a su vez,  puedan expresar de manera directa y de cara a los ciudadanos, aspectos...

En situaciones normales, se hubiese aprovechado la oportunidad para que autoridades y beneficiarios puedan agradecer o agarrotar a los actores que intervinieron en la ejecución de la obra y que éstos actores a su vez,  puedan expresar de manera directa y de cara a los ciudadanos, aspectos importantes relacionados al proceso de concreción de la  obra.En situaciones normales debería haber sido un acto incluyente. Como no vivimos una situación normal y algunos políticos se piensan a si mismos como únicos histriones, no es de extrañarse que en el acto de entrega de las obras del Concejo, no hayan estado presentes personas tan importantes como Benito Guarache, responsable de la ejecución de los plafones artísticos que engalanan los ambientes remodelados del Concejo.Como no vivimos una situación normal, tenemos que aceptar a regañadientes que  se prescinda de un acto que celebra la entrega de la Obra del Concejo al Sr. Sandro Iraula,  hábil artesano y gracias a quien se pudieron recuperar  increíbles conocimientos olvidados, relacionados a la  fantástica preparación de revoques tradicionales de barro, mismos que fueron aplicados para lograr la revitalización  patrimonial del  Concejo en muchas de sus partes.Como la exclusión parece ser la  formula en que algunos políticos encuentran la posibilidad de  aparentar ser los dueños de un circo ajeno, no es de extrañarse que se haya excluido de la fiesta a los maestros albañiles, que bajo la batuta de Florentino Quispe (Chancao), hicieron posible la magia de dejar al descubierto el alma oculta del Concejo, y mostrar la excelencia con la que los antiguos constructores  tarijeños manejaron la piedra.Como también se extirparon de la posibilidad de manifestarse en acto público a profesionales importantes de la misma Alcaldía, no me extrañó que  como supervisor externo contratado por GESPRO por 30.000,00 Bs, para más de un año y medio de trabajo, no haya clasificado a la celebración. Lo que más rabia me da, aparte de ser mal remunerado y no haber brindado, es el no haber podido contar en el transcurso del acto, algunas historias de obra que creo que son muy importantes. Disculpen pero no me queda otra que aprovechar la oportunidad que me da el periódico para hacerlas públicas:Pocos saben que Benito Guarache, durante la ejecución de su obra artística estampada nada menos que en el cielo raso del Concejo, fue víctima de un ataque furibundo de insomnio. Fue acusado de plagio por un señor muy cómico cuyo apellido prefiero no mencionar. Este señor Torres o Torrico, acusó a Benito de  haber tenido la  tremenda e inconmensurable osadía de reproducir en los lienzos del cielo del Concejo,  detalles pictóricos de la Casa de la Cultura. Menos mal  Benito tuvo un chispazo creativo y pudo, con pocas pinceladas,  ocultar las rosas judicializables con inocentes rosas pascuas. Gracias a este  singular acto de inspiración artística,  pudo dormir a pierna suelta otra vez.Si hay algo novedoso y a la vez ancestral en la revitalización cultural del Concejo de Tarija, es el revoque tradicional de barro. Muy pocos están enterados que, para preparar la pasta para cubrir casi 150 m2 , se tuvo que tener la paciencia de conseguir no menos de 70 Kg. de bosta de burro, en una época del año en la que estos animales comen paja seca y estaban más bien un poco estreñidos. Esto hacía muy difícil lograr  la argamasa histórica, en la que interviene también, gracias a Dios, la penca y la arcilla, para darle una plasticidad, impermeabilidad y dureza que la hacen única. La  Arq. Kaiser, excepcional proyectista, se entusiasmó con la determinación de dejar a la vista la  histórica pared de adobe como fachada interior, pese a que se resignaría la cueva de palomas que tanto le gustaba. Puso a disposición de la obra a un experto alemán en barro. El experto alemán no dio pie con bola hasta que gracias al cielo y al Arq. Ronald Rivera, pudimos ubicar a don Sandro en Tolomosa, y con él se pudo realizar el añorado revoque e iluminarlo zenitalmente para lograr los claroscuros que adornan actualmente al muro interior durante el día, pese al  empute comprensible de las palomas.El proyecto original tampoco preveía recuperar la piedra vista en los interiores. Hubiese resultado una tarea realmente difícil de no haber podido contar con la maestría y emprendedora valentía de varios albañiles que aceptaron el desafío  de rejuntar y reproducir las caprichosas tramas de las piedras ocultas bajo un espeso revoque. Los albañiles apoyaron secretamente la moción de los arquitectos frente a  la postura de los ingenieros. Para algunos de éstos últimos, resultaba más práctico y más rápido descascarar y volver a revocar, a fin de no meterse en el tremendo lío que resultaría la restauración de lo imprevisible. Menos mal los ingenieros, al menos por una vez, fueron derrotados en sus intentos. Aunque no lo crean, prevalecieron al final, criterios de los que saben y tienen buen gusto.Es cierto, muchas cosas hubiesen salido de manera mucho más rápida y sencilla si se hacían tal y como estaban planteadas. Pero, frente a las normas y legislación que menos mal protegen el patrimonio cultural en nuestro país, hubiesen resultado altamente atentatorias. Por ejemplo, hubiera sido realmente criminal que los ambientes recuperados del pasado, sean de nuevo iluminados con tubos fluorescentes y no por las arañas  que  cuelgan de  los cielos  que corresponden a la época.Antes de que me olvide, y para no caer en el pecado de ser excluyente, no puedo dejar de mencionar como una historia de obra, el hecho de que la misma estuvo a punto de colapsar. De no ser por la capacidad visionaria de un  ingeniero empresario como Gerardo Gnarra, posiblemente nuestro ilustre historiador, Elías Vacaflor Dorakis, se hubiese salido con la suya, y el viejo y colonial Cabildo se habría podido reconstruir tal y como luce en fotografías de 1879. En serio, otro edificio patrimonial sería ahora  parte de los escombros que acicalan el río, si el Ing. Gnarra no hubiese tenido la lucidez de construir antes que nada la sólida estructura de la ampliación, para lograr que el viejo Concejo se  “acueste”  en una camita de Ho Ao y no se abra de muros al sacarle el techo.Al margen de los logros ingenieriles de la empresa, fue fundamental  para la supervisión compartir con un arquitecto como Roberto Rotuno la aventura de una obra tan particular.Se le debe demasiado al Ing. Roberto Ávila, quien caminó con todos unos largos trechos de la obra y mucho también al Arq. Perico Pérez, quien tuvo la genialidad de visualizar para el futuro una pequeña reminiscencia colonial y traer al presente el viejo campanario del Cabildo.Fueron gratificantes las chasconeadas con los jefes técnicos de la Alcaldía, quienes tampoco, según fuentes anónimas, fueron vistos en la fiesta de entrega del Concejo.... de estas siempre necesarias y acaloradas discusiones con los jefes, salieron las mejores soluciones.Espero que para las próximas entregas, como pollos tiernos que son, aprendan y tengan la amabilidad de incluir en la lista de invitados a sus actos públicos, a los que se debe y merecen. Ojala no les de vergüenza resaltar el trabajo de los que realmente trabajaron. Sería bueno que se olviden  un poco de gastar o hacer gastar platita en disfrazar a unas cuantas damitas para evocar un pasado lejano. Espero también que puedan valorar en el Concejo lo patrimonial revitalizado en su justa dimensión cultural e histórica al menos; ya que por ahora anidan en un espacio fundacional de substancial importancia para la arquitectura tarijeña, espacio que de ser Cabildo paso a cárcel antes de ser Concejo.

Más del autor