Que no se corrompa la sal

Aquel que tiene la responsabilidad de investigar y convertir en cargos comprobados y comprobables los indicios de delito. Pero habrá que revisar ese concepto, puesto que, según información periodística reciente, por lo menos 50 fiscales en Bolivia están denunciados por presunta corrupción...

Aquel que tiene la responsabilidad de investigar y convertir en cargos comprobados y comprobables los indicios de delito. Pero habrá que revisar ese concepto, puesto que, según información periodística reciente, por lo menos 50 fiscales en Bolivia están denunciados por presunta corrupción en el ejercicio de sus funciones.El fiscal es el funcionario público que lleva materialmente la dirección de la investigación criminal y el ejercicio de acción penal pública; es decir, es a quien corresponde desempeñar directa y concretamente las funciones y atribuciones del Ministerio Público, en los casos que conoce.Ayer nomás hablábamos de la importancia de construir una cultura de la transparencia en la administración pública,  a partir de la correcta y justa aplicación de la Ley Marcelo Quiroga Santa Cruz, cuya gestación le ha costado al país más de dos décadas de esfuerzos invalorables.Pues parece que los corruptos son más ágiles, porque aparentemente ya tienen organizado un sistema perverso,  para que algunos políticos, en peligroso contubernio con fiscales, jueces y auditores practiquen exacciones de todo tipo a funcionarios públicos en ejercicio.No son señales aisladas, sino indicios de verdadero crimen organizado en todo el país, donde estos delincuentes (sería sobredimensionado llamarlos “mafia”) acosan a esos funcionarios a los que les dicen que tendrán problemas porque una auditoria encontrará responsabilidades civiles y penales, pero que ellos, a cambio de dinero, pueden liberarlos del lío.En Tarija hay pistas aún mas frescas: la detención preventiva del ejecutivo seccional de Villa Montes ha empezado a mostrar que incluso habrían parlamentarios del partido oficialista vinculados a exacciones, chantajes y, en suma corrupción pura. Sobre esto habrán “destapes” periodísticos y, tal vez, judiciales en poco tiempo mas.Eso es muy grave. Es nada menos que “la corrupción de la sal”, porque si para enfrentar con probabilidades de éxito la corrupción son indispensables funcionarios eficientes y probos en toda la rama judicial, como es indispensable la sal para evitar que la carne se pudra, ¿qué haremos si la sal se corrompe?La denuncia del Fiscal General Mario Uribe sobre esa situación, pone a Santa y La Paz, seguidas de Cochabamba y de Oruro como las regiones donde más indicios existen de la corrupción de fiscales. Pero estamos seguros que no son los únicos lugares donde está el peligro, ni que son sólo los fiscales quienes lo protagonizan. Tarija parece ser el escenario de esa práctica condenable.Hay que prestarle atención, por lo tanto, a todos los casos denunciados, en todo el país y en todos los niveles, porque ya bastante deteriorada tienen a la justicia las tradicionales “chicanas”.Salvando las distancias cronológicas y geográficas, nos recordaron a los” gabellotti” que administraban las propiedades de los aristócratas en el siglo XIX. Ellos obtenían a cambio un porcentaje de las cosechas obtenidas, pero para acrecentar sus ganancias dividían las tierras en pequeñas áreas y las arrendaban a los campesinos, quienes también les otorgaban un porcentaje de la cosecha obtenida.Poco a poco los gabellotti se volvieron cada vez más poderosos e incurrieron en actos de corrupción: extorsionaban a los labriegos, se apropiaban indebidamente de pastizales para dar de comer al ganado y organizaban grupos de ladrones y cuatreros. Al mismo tiempo, de ellos dependía el abasto de alimentos en las ciudades, lo que les permitía llevar a cabo prácticas de extorsión y especulación en el mercado.Este “sistema” caracterizó luego a la mafia, a la cual conocemos principalmente por versiones de Hollywood.¡Que no se nos corrompa la sal!

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