Reflexiones desde el Cursillo El silencio

¡Anímate! da un paso al frente, se valiente y entra en el silencio de Dios.  Te digo esto querido amigo, porque le pasó al profeta Elías  (1 Reyes 19, 11-13).Buscó a Dios y vio la violencia del huracán pero El no estaba allí, tampoco en el temblor del terremoto ni en el brillo del rayo,...

¡Anímate! da un paso al frente, se valiente y entra en el silencio de Dios.  Te digo esto querido amigo, porque le pasó al profeta Elías  (1 Reyes 19, 11-13).Buscó a Dios y vio la violencia del huracán pero El no estaba allí, tampoco en el temblor del terremoto ni en el brillo del rayo, al fin el profeta se cubrió la cara con su manto, al descubrir la presencia de Dios que se hacía oír desde el murmullo de una brisa suave.Hoy hay muchos ruidos ensordecedores, la sociedad está llena de ruidos de motores de música, de los medios de comunicación y sobre todo el hombre de hoy no conoce el silencio porque por dentro de su mente el bullicio es continuo con los aconteceres de la vida de cada día.Es en el silencio donde se puede percibir la presencia de Dios, porque el espacio del Espíritu donde puede abrir sus alas, es el silencio,  por eso es necesario hacer un alto en el camino y buscar un refugio para nuestro espíritu en el silencio, sobretodo en el silencio interior, es necesario encontrarse con  uno mismo y es allí donde nacerán las preguntas, ¿Qué estoy haciendo con mi vida? ¿Qué busco, cuál es el fin, la meta detrás del que corre mi vida diaria?¿Estoy viviendo buscando la paz a través de la justicia? En mi hogar, en mi trabajo, en la sociedad?  y si creo, ¿Cómo vivo mi fe? esto es entrar en el desierto, en el silencio para después  de encontrarme conmigo mismo buscar un encuentro con Dios.  Gracias al silencio, el hombre se vuelca en sí mismo y descubre la esencia espiritual en que se basa su existencia, porque escuchar el silencio es ver lo invisible, es algo que pertenece a otra dimensión.Novaciano, un autor del siglo IV afirmaba: “Dios no puede ser expresado por palabra alguna, sino solamente atisbado en el silencio, experimentando de él algún reflejo dichoso” y concluía: “Dios es aquél a quién solo el silencio nombra”.Es por eso que para encontrar a Dios es necesario entrar en el desierto del silencio y callar los labios y la mente para poder escuchar la suave brisa de su presencia, como el profeta Elías y así poder saborear lo que significa la paz y el gozo del espíritu.  La palabra que llega con sabiduría, siempre nace del silencio porque el silencio es el alma de toda palabra.Es necesario callar para escuchar y aprender a callar es un arte.

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