A falta de pan…

Ahora, en Bolivia, estamos con un paro anunciado de panificadores, para la próxima semana y ese será, seguramente, el tema por excelencia en el menú noticioso durante los próximos días.Según los panaderos, que gremialmente están organizados en una Confederación de Panificadores, el...

Ahora, en Bolivia, estamos con un paro anunciado de panificadores, para la próxima semana y ese será, seguramente, el tema por excelencia en el menú noticioso durante los próximos días.Según los panaderos, que gremialmente están organizados en una Confederación de Panificadores, el conflicto tiene que ver con el abastecimiento de azúcar y el precio de la manteca. Ambas situaciones, dicen, deben ser atendidas por el gobierno.En el caso del pan la política de precios as variable, porque, además, intervienen autoridades de distintos niveles, desde la nacional hasta la municipal, creando un resultado híbrido difícil de manejar.Si bien el intervencionismo económico clásico considera que los controles de precios resultan necesarios para asegurar una mínima disponibilidad de bienes para el consumo masivo, la escuela del liberalismo económico condena el control de precios al considerar que, mantener un precio artificialmente bajo alienta el consumo de forma desmesurada hasta agotar la disponibilidad de un bien o servicio.Al mismo tiempo, el control de precios desalienta la producción de bienes cuyo precio no alcanza a cubrir su propio costo de elaboración, generando así una escasez artificial. Alegan los seguidores de esta escuela que, precisamente, las experiencias de control de precios a escala masiva en la historia humana han generado siempre un resultado negativo para las economías implicadas.En esas estamos, con la inevitable incertidumbre, porque ese “pan nuestro de todos los días” tiene connotaciones religiosas diversas y ha estado desde la antigüedad asociado a lo fundamental, lo imprescindible, tanto que el inmortal Gandhi decía que “A una persona con hambre, Dios se le manifiesta como pan.”Porque asociado al precio del pan está en esta oportunidad, entre otros, el precio del azúcar, de cuyo desabastecimiento, real o artificialmente programado, ya hemos tenido amargas experiencias en el pasado reciente.Por lo pronto, Carmelo Rengifo, dirigente de los panificadores, ya dijo que el “El paro sería de 48 horas el jueves y el viernes, y que para eso están “analizando hojas de costos, para ver si el precio del pan sube o se mantiene”.Ni siquiera “de dientes para afuera” dijo Rengifo ni ningún otro dirigente que el precio del pan pudiese “bajar”. Algo que puede sonar imposible, pero que no tiene por qué serlo.Es previsible, entonces, que la próxima semana sopaipillas, buñuelos y tortas intenten reemplazar, por lo menos fugazmente, ese alimento, en medio de declaraciones, debates y conflictos, porque aunque nos digan que no solo de pan vive el hombre, también es cosa sabida que “Desde tiempos de Adán, unos preparan el horno y otros se comen el pan”.

Más del autor