Se acerca el 21 de junio

Ni de lo que sucede en Bolivia con los cultivos transgénicos tenemos una idea cabal.Ayer, una información de Erbol, nos recordaba que el año 2002 se desarrolló en la ciudad de Santa Cruz una gran movilización para evitar la aprobación de la soya transgénica que se pretendía mediante una...

Ni de lo que sucede en Bolivia con los cultivos transgénicos tenemos una idea cabal.Ayer, una información de Erbol, nos recordaba que el año 2002 se desarrolló en la ciudad de Santa Cruz una gran movilización para evitar la aprobación de la soya transgénica que se pretendía mediante una interpretación legal que contaba con apoyo del Congreso Panamericano de Semillas que se llevaba a cabo en el Hotel Los Tajibos.Ese mismo año, el embajador norteamericano en Bolivia Manuel Rocha amenazaba con retirar la visa a quienes se opusieran a los transgénicos. Esta presión hizo que el 2005 el entonces ministro Erwin Aguilera decidiera aprobar la producción de soya transgénica pese a que en ese momento se oponían las organizaciones campesinas, ecologistas, productores ecológicos y de consumidores.El entonces diputado Evo Morales llegó a presentar un recurso de inconstitucionalidad, que no prosperó.¡Cómo nos cambian los tiempos!Hoy, este debate social está muy politizado, porque la industria defiende sus intereses legítimos de sacar provecho económico de sus invenciones, por eso existen patentes. La industria de los transgénicos está formada por empresas muy poderosas que tienen una estrategia de medios y la información que aparece en los medios de comunicación la convierten en una campaña publicitaria que crea toda una imagen positiva. Es cierto que no se han reportado riesgos sanitarios, de efecto en la salud, pero no se habla más de problemas que científicamente se están analizando con respecto de posibles efectos negativos de orden ambiental. El debate se encuentra polarizado, frente a los ecologistas y el resto de opositores está la posición de la industria que tiene toda una estrategia de medios, de marketing, y apoyos institucionales para conformar una opinión neutra y científica en apariencia.Cómo no ha de ser así, cuando en el país el área cultivada de soya transgénica es de 780.000 hectáreas “equivalente al 88% de la superficie cultivada en Santa Cruz durante el año 2010”.Y lo último es que pese a que en un principio los funcionarios del Ministerio de Salud negaron que la soya formara parte del subsidio de lactancia, la Resolución emitida por esta repartición estatal confirma que este producto fue incluido por primera vez en el paquete regionalizado que se empezó a distribuir en esta gestión.Sería mucho mejor admitirlo abiertamente, entonces. En Bolivia estamos utilizando transgénicos profusamente, tanto que los tenemos incorporados en los alimentos que se entregan como “subsidio de lactancia”.Quien en el año 2002 era diputado y se oponía a que se aprobara el cultivo de coya transgénica, hoy es presidente y dentro de unos días firmará el decreto que autoriza esos cultivos, nos imaginamos que de maíz y si es posible hasta de papa.Mejor que ni mencionemos a la Pachamama. “Bissnes are bissnes”

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