Más sobre transgénicos

Cuando el gobierno, por medio del ministro Carlos Romero anunció que estaba considerando un proyecto de ley para reglamentar el uso de las semillas transgénicas, habíamos comentado la relativamente escasa reacción. Rectificamos. Hay reacción y no es escasa. Por supuesto que algunos de los...

Cuando el gobierno, por medio del ministro Carlos Romero anunció que estaba considerando un proyecto de ley para reglamentar el uso de las semillas transgénicas, habíamos comentado la relativamente escasa reacción. Rectificamos. Hay reacción y no es escasa. Por supuesto que algunos de los opositores son fundamentalistas en su postura ecológica y otros aparecen solidarizándose con la causa solamente por figurar, pues tienen esa pulsión tan característica de los políticos.Pero descontando esos casos, el rechazo es amplio y, lo que es más importante, en muchos casos viene argumentado. Estos son los principales argumentos, que consideramos muy útil socializar.Las semillas transgénicas son productos preparados en laboratorios de biogenética y por eso  son manejadas por corporaciones dueñas de laboratorios transnacionales. Esa sería, para muchos de nosotros, suficiente razón para manejar el asunto con muchísima cautela y no con la ligereza que estamos notando que lo hacen. Pero hay más.Producen daños irreparables de la tierra (para que los  cultivos “rindan” ,necesitan de grandes extensiones de siembra. Ya nos está sucediendo  con la soya (siguiendo al Brasil y la Argentina) que la tenemos ocupando miles y miles de hectáreas, atentando contra la biodiversidad.Cualquiera que sea el monultivo y sea con especies genéticamente manipuladas o no, siempre afectará el equilibrio ambiental. Con transgénicos, peor. Es obvio.Bien sea por acción directa o por  efecto indirecto, este tipo de cultivos no respeta la naturaleza, induce a la deforestación, a la quema de bosques, con todas las consecuencias que esto trae sobre la vida silvestre animal y vegetal, especialmente la desaparición de especies autóctonas.Debería ser más que suficiente, pero dejamos para lo último lo que es más importante: Los cultivos con especies genéticamente manipuladas son los típicos “agronegocios”, s decir actividades orientadas al lucro. No respetan la vida humana y desestiman los efectos sobre la salud del contacto e inhalación de los herbicidas que se vuelven “obligatorios” para sostener el monocultivo. De ahí se han derivado malformaciones congénitas retrasos en la madurez los niños, enfermedades de la piel y el aparato respiratorio en los adultos, alta incidencia de enfermedades oncológicas de todo tipo.Estamos a seis días de la aprobación de la ley, anunciada (no sabemos si con alguna intención) para el 21 de junio, solsticio de invierno y fecha litúrgica aimara.Pero el debate ya es inocultable. El tema se ha socializado, aunque quizás todavía no lo suficiente.Amanecerá y veremos.

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