El dios depuesto

En eso se me acercó una especie de ángel, bastante obeso por cierto, informándome que el supremo inquisidor esperaba. Éste -pensé- no ha de poder volar más, debe ser de la burocracia de palacio. Pasé a la otra sala donde el popular santón jugaba distraído con uno de sus...

En eso se me acercó una especie de ángel, bastante obeso por cierto, informándome que el supremo inquisidor esperaba. Éste -pensé- no ha de poder volar más, debe ser de la burocracia de palacio. Pasé a la otra sala donde el popular santón jugaba distraído con uno de sus bucles.-Siéntate, hijo mío.Como no vi silla alguna, lo miré en forma interrogativa. Él me hizo seña para que me sentara en su falda, pero como yo recordaba la anécdota del escarabajo y el águila en la hopalanda de Júpiter, me abstuve por analogía. Después de la muerte, me he achispado bastante. Pero entonces me tomó bruscamente y me sentó con gran ruido de meniscos.-Debo interrogarte un poco y luego serás puesto a disposición de Zeus-. Señaló hacia arriba con su dedo gordo como una alcantarilla.-Aquí tengo tu foja de servicios.Denunciaba a los masones y a los comunistas -me apresuré a decir, para caerle en gracia- y fui rompehuelgas y alcahuete de la patronal. Colaboré con la patota secuestradora y robé bebés.-Ajá.El inquisidor sacó de su bolsillo un chicle. Si me hubiese convidado no llegaría a aceptarlo, en vida ya rumié bastante. Él hizo un bollito con el envase y de un tincle lo arrojó certeramente.-He dejado de fumar -aclaró- ¿Nunca fumaste?No, le respondí.-Lo bien que has hecho. Te llamas Modesto Cachero ¿No? ¡Ejem! ¡Ah sí! Veamos…Bien.Me depositó en el suelo y me indicó una gran puerta dorada, empujándome. Había una antesala, una escalera iluminada como la de las vedettes y luego una puertita pequeña, a la que traspasar encorvado. Luego otra, enorme, custodiada por un tipo que ostentaba cinco estrellas, aunque pálido.-Pasa –me dijo en inglés americano, con un tono como de los de Hawaii- ahí te espera Zeus.Obvio, me animé a responder. Entré al gran aposento y cuando me acostumbré a la luz cegadora de los spots, ahí estaba. Era de color, gigantesco, sentado en un trono de marfil y tratando de alisarse el pelo. Me acerqué tímidamente y como quien no quiere la cosa, le pregunté dónde estaba Zeus.-Zeus ahora ser yo.-me respondió con una voz de trueno.-Adelante, blanco de mierda.No me ofendió por el insulto sino por ser un dios negro. Y yo que fui nazi en la época brava, me dejaba los bigotitos así, creí que Zeus era de otra forma, ario –pensé- pero él me adivinó el pensamiento.-Tú referirte al Zeus depuesto, yo ser un dios actualizado.Ahora, mientras pasan los milenios yo paso el lampazo, pero le rezo al diablo, que es buenísimo y todo el día se lo pasa hablando de cuando él era Zeus.

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