¿Es o no es verdad? Ius suum cuique tribuendi

El jueves pasado, el Sr. Presidente nombró a un grupo de juristas para conformar una comisión institucional a cuyo cargo estará “realizar adecuaciones de los procedimientos judiciales que permitirá a las nuevas autoridades del órgano Judicial (elegidas el próximo 16 de octubre) ejercer la...

El jueves pasado, el Sr. Presidente nombró a un grupo de juristas para conformar una comisión institucional a cuyo cargo estará “realizar adecuaciones de los procedimientos judiciales que permitirá a las nuevas autoridades del órgano Judicial (elegidas el próximo 16 de octubre) ejercer la administración de la justicia”. ¡Enhorabuena! Una de sus misiones de mayor envergadura es “lograr la descolonización de la justicia y dejar de lado el Derecho Romano o estadounidense”. El Presidente recordó que muchas leyes “venían en inglés”. Menos mal que las otras no venían en latín.Esta referencia a la Roma imperial y a las leyes escritas en inglés, encaja perfectamente con aquella otra en la que el Sr. Presidente recordaba que el pueblo boliviano había luchado contra todos los imperios que se le habían puesto por delante, incluso contra el imperio romano y el estadounidense. Pase: convengamos en que un tropezón histórico, cualquiera da en la vida. Si fue así, la mencionada comisión institucional debería borrar del frontispicio de los tratados de Derecho, aquella áurea definición de la justicia, consagrada por el Derecho Romano (y por esto me permito reproducirla en esta página): “Justitia est constans et perpetua voluntas ius suum  cuique tribuendi”. Definición que se traduce al escueto castellano colonial con un sencillo “dar a cada uno lo suyo”.  ¿Entiende ahora, amigo lector, el título de este artículo?  Pero Don Evo pide más. Ordena que los nuevos jueces, magistrados y fiscales sean “profesionales y juristas bolivianos comprometidos”, entendiendo este calificativo como adictos al régimen político reinante. Se sobrentiende que no “comprometidos” con algún “affaire” turbio.Lo realmente serio no es que las leyes hayan venido, aunque muy remotamente y por vía indirecta, de los romanos, de los estadounidenses o de los pueblos originarios, lo importante es que sean justas y no inicuas, claras y no confusas y que se cumplan y hagan cumplir. Insisto en estas cualidades porque hay quienes en lugar de leyes claras y precisas, optan por las leyes confusas, contradictorias o ambiguas.Pero, a fin de cuentas, la buen intención que pudo mover al Presidente a elegir a esos “hombres sabios”, choca contra la prevaricación de jueces y fiscales, contra la ignorancia culpable del   principio de la presunción de inocencia, contra el encarcelamiento sin juicio legal, contra la legalización del contrabando, la corrupción impune, el enriquecimiento ilícito, y contra un basural delictivo camuflado bajo alfombras de seudolegalidad. Pues no faltan legisladores y magistrados más propensos a dar vía libre a leyes, y otras normas, confusas,  laberínticas y ambiguas porque facilitan las interpretaciones y aplicaciones inicuas que se hacen mofa de la vera justicia.

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