¿Es o no es verdad? ¡Democracia real ya!

uve la curiosidad de saber quién fue quien apretó el gatillo del pistoletazo que puso en marcha una carrera de atletas la que llenó las plazas mayores de Madrid (Puerta del Sol), Barcelona (Placa de Catalunya), París – aunque menos - (Place de la Bastille) y otras de países que se precian...

uve la curiosidad de saber quién fue quien apretó el gatillo del pistoletazo que puso en marcha una carrera de atletas la que llenó las plazas mayores de Madrid (Puerta del Sol), Barcelona (Placa de Catalunya), París – aunque menos - (Place de la Bastille) y otras de países que se precian de ser demócratas. Este oleaje de  los “Indignados” trae un sabor a rebeldía del que habrá que rescatar sus mejores propuestas.Me pregunté entonces: ¿De donde salió la idea? Hurgando la prensa española de la semana pasada encontré la respuesta. El inspirador de ese movimiento preferentemente  juvenil fue un tal  Stéfane  Hessel, un jovencito de 93 años, diplomático y activista, alemán de nacimiento y francés de adopción, judío de origen, que peleó contra los nazis en la Resistencia francesa y soportó la tortura de los campos de concentración nazi. Su tesis fundamental es que la democracia se ha desviado y que tenemos la responsabilidad de rectificarla y depurarla hasta sus últimas esencias.El primer paso es rescatar la “dignidad” que todo ser humano lleva consigo. El atropello a su dignidad es precisamente el que convoca a la indignación. Una indignación no violenta pero que sí compromete a cada uno de nosotros a una profunda  acción correctiva.  Hay que volver a los valores que proclamó la Revolución Francesa. A los que hay que agregar lo que manda la justicia social y proclama la Declaración de los Derechos Humanos, a cuya redacción ayudó el entonces joven Hessel. Indignación frente a quienes abusan del poder y deshonran la Justicia. Indignación frente a los potentados que buscan su beneficio a espaldas de los pobres y de la gente común que trabaja para sobrevivir. Esos potentados han constituido uno de los factores más determinantes de la crisis económico-financiera de este principio del siglo XXI.   Por lo demás, la indignación no da derecho a enfrentar al adversario por medio de la violencia ni por la prevaricación de los jueces y fiscales que aplican una legalidad formal contra los críticos del Gobierno con un ensañamiento inhumano.Después de haber tratado de sintetizar lo que he entendido que sostienen los “Indignados”, todavía noto a faltar dos factores indispensables para alcanzar la meta de una democracia real “posible”. El primero es el liderazgo. La democracia asambleísta ya no es viable en un Estado moderno. Y sin liderazgo, el asambleísmo se dispersa en caudillitos de poca monta. Ahora bien, de ninguna manera, los “Indignados” piensan en dejarse guiar por caudillos déspotas. Y aquí vienen a propósito las palabras del Papa Benedicto XVI cuando alentaba a los jóvenes a comprometerse en la gestión de la cosa pública. Y les advertía a los que “están llamados a responsabilidades políticas y administrativas no sean víctima de la tentación de explotar su posición por intereses personales o por sed de poder”. Tampoco encontré en la protesta de los Indignados, una alusión clara y explícita contra la corrupción. Probablemente porque ya está manifestada en el contenido moral del movimiento que acabo de sintetizar.

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