No es tema para especular

Sin ánimo peyorativo, plantear cualquier posición sobre este tema provocaría una discusión bizantina. Por eso, para evitar esa situación, preferimos apelar a una sabia sentencia popular, escuchada, si no estamos equivocados, en algún país del Caribe: “Ni tan cerca que queme al santo, ni...

Sin ánimo peyorativo, plantear cualquier posición sobre este tema provocaría una discusión bizantina. Por eso, para evitar esa situación, preferimos apelar a una sabia sentencia popular, escuchada, si no estamos equivocados, en algún país del Caribe: “Ni tan cerca que queme al santo, ni tan lejos que no lo alumbre”.Porque deseamos dejar explícitamente dicho que todos los pueblos, etnias, o  como se las quiera llamar a los grupos humanos con identidad cultural que existen en nuestro país, tienen plenos derechos, estén o no reconocidos como “naciones”.Porque Nación, en sentido estricto, tiene dos acepciones: la nación política, en el ámbito jurídico-político, es un sujeto político en el que reside la soberanía constituyente de un Estado; la nación cultural, concepto socio-ideológico más subjetivo y ambiguo que el anterior, se puede definir a grandes rasgos, como una comunidad humana con ciertas características culturales comunes, a las que dota de un sentido ético-político.Proclamar oficialmente que en Bolivia existen treinta y pico “naciones” no impide que varios de esos grupos humanos estén sometidos a innecesaria y más bien ofensiva manipulación teorizante, de ONG y similares, mientras sus derechos reales, concretos, tangibles, siguen siendo atropellados o ignorados. Que es lo que estamos sintiendo que en estos días sucede con el pueblo Weenhayek.Es el caso más notorio, pero hay muchos otros que simplemente no lograron notoriedad. Porque la especulación con los derechos de esos compatriotas ha hecho que inclusive la notoriedad muchas veces los perjudique en términos reales, en vez de favorecerlos.Por eso es difícil asumir posturas “justas”, porque la demasiada proximidad de los teorizantes sobre su situación es tan desaconsejable como ignorarlos. Por eso creemos que es cuestión de elemental respeto buscar la postura precisa: ni tan cerca que queme al santo, ni tan lejos que no lo alumbre.Y no vamos a presumir que somos el único país, la única sociedad donde esta situación vidriosa se presenta, aunque mal de muchos es consuelo de tontos. Pero están también los kurdos o los asirios, que se describen como naciones culturales sin Estado. Igualmente se puede ver a valones y flamencos en Bélgica y los maoríes en Nueva Zelanda. Y hay muchos más, pero dejémosles el tema a los que en las ONG posan de eruditos. La situación concreta que hoy nos interesa, aquí, en Tarija, es la de los Weenhayek, que debe ser atendida con celeridad y con eficiencia y de ninguna manera distraerla con debates teorizantes y estériles.No vamos a dudar de que la concepción plurinacional del país se hiciera con buena intención. Pero aquí no nos estamos ocupando ahora de buenas o malas intenciones, sino de los efectos prácticos, concretos de tantos discursos en la cotidianeidad de todos los ciudadanos bolivianos. Porque esa es, para nosotros, la identidad fundamental: somos todos, en primera instancia, bolivianos.

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