Amazonía en peligro

¿Problema de ellos? No señor. De todos.La Amazonía, que es el mayor sistema natural en nuestro subcontinente, con nuevas leyes forestales brasileñas puede ser tan afectado que las consecuencia tengamos que “pagarlas” no solamente todos los sudamericanos, sino inclusive a nivel...

¿Problema de ellos? No señor. De todos.La Amazonía, que es el mayor sistema natural en nuestro subcontinente, con nuevas leyes forestales brasileñas puede ser tan afectado que las consecuencia tengamos que “pagarlas” no solamente todos los sudamericanos, sino inclusive a nivel planetario.Esto no es alarmismo infundado. Es algo totalmente admitido que el planeta funciona como un “sistema”. Un sistema material, sistema concreto o sistema real es una cosa compuesta (por dos o más cosas relacionadas) que se afectan recíprocamente y que dependen unas de otras para mantenerse “funcionando” como sistema.Esto ha sido investigado con mucho rigor científico y se ha llegado a formular una Teoría General de Sistemas que es un esfuerzo de estudio interdisciplinario que trata de encontrar las propiedades comunes a entidades llamadas sistemas.Pero desde hace ya muchos siglos, sin esa complejidad científica pero con mucha sabiduría, los chinos sostienen que “cuando se pisa una flor, se estremece una estrella”.El actual código forestal brasileño data de 1965 y establece importantes medidas de protección del medio ambiente. Obliga a cada finca a mantener un área de protección permanente (APP) en las márgenes de ríos, laderas de montañas y otras zonas vulnerables. Además, obliga a los productores a mantener una reserva legal (RL), consistente en un área protegida al interior de las propiedades rurales.Según el lobby agropecuario que promueve las reformas, el actual código forestal “es obsoleto y ha sido superado por las circunstancias”. Ha sido muy vulnerado, es cierto, pero eso de ninguna manera significa que sea “obsoleto”, sino que los agronegocios a gran escala, especialmente el de la soya, tienen mucho poder relativo y pueden vulnerar impunemente los códigos.Y en este caso de impunidad no están solo los devastadores de la Amazonía en el Brasil, sino también en gran proporción en tierras agrícolas argentinas, paraguayas y bolivianas. Si se llega a “reblandecer” el código forestal brasileño, los efectos se sentirán también fuera de ese país, no solo porque nos estamos refiriendo a un sistema natural mucho más grande que un solo país, sino porque no es ningún secreto que “el mal ejemplo cunde”.Claro que de por medio existen formales compromisos tanto de Brasil como de otros países sudamericanos en pomposas “cumbres” como la de Copenhague, pero ya sabemos que la hora del bussines, o sea de los multimillonarios agronegocios, como el de la soya, la palma africana o cualquier “biocombustible”  de moda, los convenios internacionales no valen ni el papel en el que están escritos.De manera que no es inmiscuirse en asuntos soberanos ajenos ni mucho menos. El planeta ya está muy vulnerable y hace rato nos lo está haciendo notar con huracanes, tornados, tsunamis y otros fenómenos extremos. No deberíamos seguirlo provocando.

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