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Europa y sus estandartes xenófobos

Ante la ausencia de una ley regional que regule la admisión, muchos Estados elaboran sus propios mecanismos para intensificar las normas que deben cumplir los interesados en quedarse en suelo europeo.Varios son los hechos que reflejan la incongruencia y el maltrato hacia extranjeros, pese a la...

Ante la ausencia de una ley regional que regule la admisión, muchos Estados elaboran sus propios mecanismos para intensificar las normas que deben cumplir los interesados en quedarse en suelo europeo.Varios son los hechos que reflejan la incongruencia y el maltrato hacia extranjeros, pese a la necesidad de Europa de contar con esa fuerza de trabajo, mayormente barata, no sólo para sostener la economía sino también como factor de desarrollo.Las evidencias van desde el ascendente rechazo a la afluencia musulmana en Suecia y Holanda, hasta las recientes expulsiones de gitanos rumanos y húngaros en situación irregular decretada por el gobierno de Francia.Según el experto español Jesús Alquézar, en lo relativo a la emigración, Europa va dando pasos de ciego, sin un discurso coherente.Las personas llegadas desde otros confines se convierten a menudo en chivos expiatorios de políticos populistas o en carnada durante campañas electorales, lo cual es inaceptable, afirmó Alquézar.El analista, al frente del estudio Migración y Cualificaciones, del Banco Mundial, sostiene que la inmigración es absolutamente indispensable para un continente cada vez más envejecido. Empero, actitudes de algunos Estados, e incluso, de instituciones regionales, contrastan con esa realidad.El drama de los gitanosLa Unión Europea (UE) admite la existencia de una fuerte discriminación sobre la etnia gitana en la región y que se produce una suerte de “apartheid” subrepticio, en referencia a la política de segregación racial que imperó durante décadas en Suráfrica.En la comunidad de naciones siempre fueron consideradas personas indeseables, que en su mayoría viven en poblados marginales, sufren expulsiones y con frecuencia cargan culpas por robos, asesinatos y otros delitos.El encargado de Empleo y Asuntos Sociales de la Comisión Europea, Laszlo Andor, expresó recientemente la voluntad para promover aceptación e igualdad de los gitanos en la sociedad.“Los esfuerzos para la integración deben abarcar un ciclo de vida completo, desde las primeras fases del jardín de infancia hasta la educación para los niños, empleos para los adultos y la asistencia de carácter no segregado para los mayores”, afirmó Andor.Recordó la cruenta realidad que vive ese pueblo en varios países europeos, entre ellos Italia, Hungría, Eslovaquia y República Checa, y más reciente, en Francia, donde el gobierno decidió expulsar a cerca de 700 gitanos, al alegar cuestiones de seguridad.En Italia, el gobierno del primer ministro, Silvio Berlusconi, baraja una ley mediante la cual establecería un proyecto de carné por puntos para los inmigrantes.De esa manera, los extranjeros que quieran instalarse en el país sur-europeo deberán someterse a una serie de pruebas entre las que se incluyen rigurosos exámenes de idioma y cursos sobre la historia, las leyes y la realidad italianas.La aprobación de cada examen daría un total de 30 puntos, necesarios para adquirir el permiso. Pero esa puntuación no es permanente, pues cada año esas personas deberán renovar sus documentos.Pruebas similares pusieron en práctica también Alemania y Reino Unido para los foráneos procedentes de países que no forman parte de la Unión Europea.El gobierno de Berlín endureció los requisitos en 2007, y desde entonces, exige a los inmigrantes poseer conocimientos tales del idioma que les permitan mantener conversaciones sobre el trabajo y la vida cotidiana, además de demostrar comprensión de textos oficiales y redacción de cartas.El ejecutivo británico, por su parte, elaboró una lista de categorías para calificar a los migrantes, la cual privilegia la entrada al país de trabajadores cualificados y desdeña a quienes no posean suficiente capacitación.La coalición gubernamental de conservadores y liberales demócratas del primer ministro, David Cameron, justifica la nueva política con el incremento de la inmigración al Reino Unido.Cameron asumió como política de Estado la necesidad de reducir la cifra, ascendente a 200 mil personas cada año, pero en cambio, mantiene la estrategia de “importar” talentos del exterior.Como muestran las evidencias, cada país europeo impone sus propias reglas de la supuesta integración social y para la convivencia en su territorio, pero casi siempre en desmedro de los ciudadanos provenientes del otro lado de la frontera del llamado primer mundo.*Pablo Osoria Ramírez es periodista de la Redacción Europa de Prensa Latina.


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