Pensando con el deseo: “Sigan ganando así”

En esta idea calaron con sus informaciones los medios de comunicación alineados con las transnacionales de la desinformación congregadas en la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP). ¿Cómo se pierden unas elecciones sacando más votos? Esa es una pregunta que desprevenidamente debe hacerse...

En esta idea calaron con sus informaciones los medios de comunicación alineados con las transnacionales de la desinformación congregadas en la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).

¿Cómo se pierden unas elecciones sacando más votos? Esa es una pregunta que desprevenidamente debe hacerse todo aquel que quiera aproximarse a la realidad política de Venezuela, independientemente de que le guste o no le guste Chávez y su Socialismo del Siglo XXI.

 

 

Esos medios de la SIP propagaron hasta la saciedad la versión de que la oposición alcanzó más votos que el Partido Social de Unidad Venezolana (PSUV), cuando en los registros electorales se puede confirmar que el PSUV recogió 5’422.040 votos, contra 5’320.175 de la oposición.

 

 

Resulta tan loca la tesis que hasta Chávez, usualmente desafiante en su verbo, ha variado a un tipo de ironía ilustrada al responderle a sus opositores: “sigan ganando así”.

 

 

¿Cuántos gobiernos en este planeta quisieran tener el 60% de mayoría absoluta, sin hacer alianza con nadie? Esa pregunta la pueden responder sólo el presidente Santos de Colombia y Chávez de Venezuela, los únicos en Latinoamérica que gozan de tal privilegio democrático.

 

 

Si más razones se pidieran sobre el triunfo de Chávez en las pasadas elecciones, entonces, téngase en cuenta que su partido, el PSUV, sentará en la próxima Asamblea Legislativa 98 diputadas y diputados, contra 64 de la oposición.

 

 

¿En qué país 98 es menos que 64? Esta última pregunta sólo la pueden responder quienes tengan en la cabeza el mundo al revés.

Las cosas como son

La oposición venezolana se jacta ahora de que ha copado 64 escaños en el nuevo Congreso. Y eso es cierto, pero esconde que en las elecciones del 2006, por deslegitimar al gobierno, se retiraron de la contienda electoral. Ahora que vuelven, no sólo siguen siendo minoría sino que legitiman al gobierno que cuatro años atrás quisieron desconocer.

 

 

Nadie podrá negar con buen uso de razón que Chávez se ha desgastado tras sus largos 12 años de gobierno. Desgastarse es un destino manifiesto del poder en ejercicio y por eso en política existe la alternación. En otras palabras: el gobierno de Chávez en Venezuela no se ha desgastado porque lo ejerza Chávez sino, precisamente, porque es gobierno. Pero su proceso de desgaste todavía le alcanza para asegurarse el solio de Bolívar en las elecciones presidenciales del 2012, con lo que su reino se prolongará hasta el 2017 profundizando su Socialismo del Siglo XXI, si nada raro pasa.

 

 

Es decir, y por aparte, si ese espíritu en la sombra que dirige los destinos de Latinoamérica no aparece nuevamente con alguna renovación mágica, como la que derrocó a Allende en Chile, a Zelaya en Honduras e intentó, más recientemente, sacar del juego a Correa en Ecuador, aplicando una variante de la jugada que quisieron hacerle a Chávez en la intentona del 2002, misma magia que sostuvo ocho años a Uribe en Colombia y sostiene al ilegítimo Calderón en México.

 

 

Lo que debe tenerse en cuenta, en síntesis, y sin mirar a quién sino al qué, es que Chávez en Venezuela cuenta con el Poder Ejecutivo; la mayoría absoluta del Poder Legislativo y con un partido, el PSUV, capaz de movilizar a millones de electores. La contrarrevolución, como debe llamársele correctamente a la oposición en Venezuela, carece de proyecto político porque todo lo que propone es regresar a más de lo mismo que en el pasado ya demostró que no fue eficaz para resolver los grandes problemas socioeconómicos de los venezolanos. En su accionar, como es evidente, sólo sabe utilizar su enorme poder mediático para calumniar groseramente al gobierno o, en el mejor de los casos, para magnificar sus errores que no son exclusivos de Chávez sino de todos los gobiernos del mundo porque, gobernar, es acertar y errar, buscando siempre que los aciertos sean superiores a los errores. Nada más…

 

(EL SATÉLITE, especial para ARGENPRESS.info)


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